Se suele decir que "el que no llora no mama" para referirse a alguien que no se queja, que no se hace notar para reivindicar alguna cosa, que no se atreve a explicitar lo que en realidad siente en aras a poder conseguirla. Para algunos también es aplicable a aquellos que no presionan, ni amenazan, ni se hacen oír lo suficiente para ser tenidos en cuenta. Tal dicho no solo es de aplicación a las personas físicas, también a los partidos políticos y a las instituciones que no hacen "ruido", dando la impresión de que no existen.

Con respecto a las elecciones pasadas salió publicada una noticia que decía que tres partidos pequeños ("Teruel existe", "Nueva Canarias" y "Compromís) le habían sacado al señor Sánchez el compromiso - valga la fonética redundancia - de invertir más de tres mil millones de euros como compensación a haberle prestado sus diputados (Uno por partido) para que pudiera ser investido presidente del Gobierno. Los tres se caracterizan por estar quejándose amargamente de la situación de sus respectivos territorios, y al parecer, aprovecharon la coyuntura para exigir en lugar de pedir. Vamos que, de confirmarse la noticia, habría salido la transacción a más de mil millones por voto.

Lo interesante sería conocer que es lo que se ha ofrecido a otros partidos de mayor envergadura para conseguir su "sí" o su "abstención". Pero lo que sí parece claro es que alguna localidad o alguna comunidad autónoma se habrá quedado sin esos más de 3.000 millones de euros que se llevarán como plus los tres territorios a los que representan aquellos tres diputados. Porque a las arcas del Estado les sucede lo mismo que a la economía familiar, en la que si se le compran dos abrigos al hijo mayor, el pequeño tendrá que conformarse con tirar adelante con la zamarra del año anterior.

Vascos y catalanes, hábiles presionadores y jugadores de mus han sacado tradicionalmente enormes tajadas por ese mismo procedimiento, y en esta legislatura, que ahora arranca, todo apunta que sucederá otro tanto de lo mismo. Y es que todos los gobiernos de la era democrática han cedido, en mayor o menor medida, a las presiones de aquellos que se muestran disconformes, o que aparentan estarlo, y que, por ende, son capaces de echar un órdago con solo dos ases. De manera que los que más incordian son los que más sacan, y consecuentemente los que más prosperan, lo que les permite afrontar cualquier inundación con poco riesgo, ya que llegan a gozar de una altura inabordable.

Caso contrario sucede con las comunidades que permanecen calladas, como es el caso de Castilla y León, que ha venido plegándose a las directrices impuestas desde arriba, aunque esté viendo como otras regiones avanzan y mantienen población, mientras la suya se va vaciando.

Tanto PP como PSOE, que son los que han gobernado España hasta el momento, han practicado el deporte de ofrecer "lo que sea" a los partidos minoritarios, con tal de gobernar cómodamente. De manera que no es de extrañar que la gente desconfíe de ellos, como sucedió con los bancos a raíz de la crisis económica.

La unión hace la fuerza era un lema que hasta hace poco nadie ponía en duda, pero en el momento actual en el que la desunión se extiende por las estructuras del Estado, no se puede estar seguro de ello.

Volvamos al caso de estos tres diputados citados anteriormente, y tratemos de extrapolarlo a Zamora. Nuestra provincia cuenta con tres diputados, dos de ellos pertenecientes a los dos partidos mayoritarios por excelencia, PSOE y PP. Si estos dos diputados hubieran dependido de algún partido local o regionalista, habrían tenido la oportunidad de mercadear con sus votos y haber podido lograr, entre ambos, un plus de más de 2.000 millones en inversiones para nuestra provincia.

Pero aquí solemos tener la mentalidad de un lector de libros de caballería, y pensamos que lo de mercadear no está bien, porque la Constitución habla de solidaridad y no de una cosa tan prosaica. Y como tenemos un alma simple y crédula, y los grandes sentimientos son ajenos al raciocinio, llegamos a sentirnos orgullosos de ser como somos, y no nos atrevemos a montar un tenderete similar a los que montan los demás, mientras asistimos impávidos al triste espectáculo de ver como las inversiones vuelan hacia otros lugares mientras nuestra provincia desaparece.