Cuentan, cada vez menos calladamente y cada vez más funcionarios y trabajadores del Ayuntamiento de Zamora, que no se recuerda en la Casa de las Panaderas un alcalde con talante menos abierto y dialogante que el actual. Lo cuentan con la sorpresa y la desorientación de Pablo de Tarso cuando cayó del caballo, como si fuera algo nuevo, quizá fruto de aquello que ocurre cuando el cargo supera a la persona y la arbitrariedad sustituye al sentido de la justicia. Personalmente no creo que este sea el caso. En marxismo se dice: el fin justifica los medios.

Escriben los antropólogos que el comportamiento de "la tribu" es muy similar con independencia del lugar del planeta y el momento de la historia en el que se haya dado su existencia. La tribu es un grupo más o menos reducido, unido por fuertes y duraderos lazos de apoyo y defensa mutuos que, como mimbre trenzada, dan fortaleza al conjunto. Por eso no es fácil que los miembros de la tribu acepten a alguien de fuera sino es como súbdito. Cuestión de pedigrí, de sangre, de clase o de casta.

Pertenecer a la tribu otorga superioridad física y moral frente al resto. Nos suena, claro que nos suena. También en las tribus que campan por nuestras sociedades modernas. La cualidad de pertenencia está por encima de cualesquiera otras cualidades, virtudes o defectos. Al que es de la tribu se le tolera que mienta, abuse o incurra en cualquier tipo de comportamiento que haría poner el grito en el cielo de hacerlo cualquier otro. La cita de Rooselvet lo define con transparencia: "es un hijo de puta, sí, pero es nuestro hijo de puta". El miembro de la tribu puede hacer cualquier cosa frente a aquellos que no perteneciendo al grupo ofrecen resistencia a su dominio, tratan de mantener su autonomía o, de los que se sospecha que, en cualquier momento podrían no plegarse completamente a los designios del grupo dominante.

Durante varios años se ha producido una ignominiosa persecución por el equipo de gobierno municipal, encabezado directamente por el alcalde Guarido -no sin la vergonzante colaboración de algún funcionario-, contra el interventor general del Ayuntamiento de Zamora. La del interventor es la figura fundamental que nuestro ordenamiento jurídico local establece para el control -la intervención- legal de las actuaciones de la Administración en todo tipo de materias, especialmente en lo relativo a cuestiones económicas, de contratos públicos y ejecución presupuestaria.

La persecución, que no es la única en marcha, culminó con un extravagante expediente disciplinario, con bajas médicas motivadas por tal situación y con una campaña de aniquilamiento no solo profesional sino personal del afectado. Los tribunales, sin embargo, han ido una a una dando la razón al funcionario en cada controversia y, ahora, tan pronto salió por vía de recurso del ámbito de la tribu, el expediente ha sido resuelto definitivamente en favor del interventor, de su integridad y de su independencia y dejando al aire el despotismo y las vergüenzas de la tribu del "Rebélate, pero solo si es manteniéndote postrado a mis pies".

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