Esta Operación, de la que apenas se conocen unos pocos datos, fue la que llevó a cabo la Guardia Civil como Policía Judicial a las órdenes del Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional cuando en septiembre del pasado año fueron detenidos varios sospechosos vinculados por el magistrado instructor a los autodenominados "Equipos de Respuesta Táctica", una pretendida organización a la que se atribuye la intención de tratar de conseguir la independencia de Cataluña por vías violentas. Las vías violentas hay que combatirlas y eso es ni más ni menos lo que hace la Guardia Civil por orden del juez o del ministro de turno. Aunque estos últimos suelen lavarse las manos sobre todo si las cosas no salen como ellos quieren, por bien que salgan. Sabido es que la política está plagada de Judas.

Desde un principio, la gestión de Cataluña no se llevó bien, ni medio bien. El Gobierno en funciones no sabía si iba o venía. Las órdenes resultaban confusas. Tan pronto ordenaban dar leña como decían a los agentes que se dejaran dar por donde conviniera al independentismo. Aunque ello tuviera como resultado lesiones de envergadura para los agentes heridos. Nunca se actuó con prudencia, con coherencia, con sentido común. Unas veces se actuó con miedo, otras por el qué dirán, otras en función de intereses partidistas y las de más allá, ni se sabe. Y en el medio pillaron siempre a Policía Nacional y Guardia Civil, a los que empujan al abismo y una vez al borde del mismo les dan la orden de saltar.

Fernando Grande Marlaska, que prometía ser un buen ministro se ha quedado en promesa. Ahora que ya no tiene las manos atadas por el manido 'en funciones' dicen que ha ofrecido a ERC o lo que es igual, a los secesionistas ya que es lo único por lo que quieren dialogar y por lo que se han abstenido en la sesión de investidura, la purga de la cúpula de la Guardia Civil en Cataluña. De ser así es una bajeza, una inmoralidad que retrata al otrora juez estrella que concitaba el aprecio de tantos. O ha cambiado mucho o entonces, en su época de juez, disimulaba muy bien. Los felones no murieron con la Edad Media. En ciertas materias delicadas no se puede actuar como villanos. Y no estoy hablando del juez Marlaska. Pero, no deja de ser curioso que precisamente ahora quiera fuera de su vista a todos los mandos que participaron en operaciones por el 'procés'. Como si los mandos no siguieran instrucciones políticas. El problema está en los políticos no en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.

Para qué quiere Grande-Marlaska complacer a Rufián y Oriol Junqueras, ¿para que ERC, que ya lo ha anunciado, plante al Rey de España, que es el Jefe del Estado español, en la apertura de las Cortes el próximo 3 de febrero? La falta de respeto de esa gente sólo tiene su correspondencia en la falta de respeto y de educación de los ministros de Podemos con la Corona española. Es vergonzoso, repugnante y reprobable. A lo mejor a eso también se le llama libertad de expresión. Sólo que esa libertad a la que se acogen algunos, sólo existe para ellos, cuando los demás tratan de ejercerla es censurable e inapropiada, vamos, que no es libertad de expresión sino otra cosa punible.

A lo mejor, al ministro Marlaska le convendría leer a su homólogo el juez José Antonio Vázquez Taín quien en su libro, "Pulso al Estado", da las claves para entender el juicio del 'procés', amén de dar un repaso al poder político y también al judicial. Al igual que su señoría quien, por cierto, me encanta, yo también quiero que alguien me explique "por qué unos países se unen para prosperar y otros, como el nuestro, se desunen para destruirse".