Creo que cuando esto escribo no se ha publicado el Real Decreto en el que se conforma la estructura orgánica básica de los distintos departamentos ministeriales. A ver si alguien pone un poco de sentido común al desembarco de Podemos en el Gobierno de España que se traducirá en cien altos cargos y asesores para sus cinco ministerios. Cien altos cargos que sirven para colocar a todos los amigos que dan aliento a Iglesias y Garzón para que, de esa forma, haya más igualdad entre lo que los primeros ganan y su forma de vivir y lo que van a ganar y como pueden vivir los cien.

Cinco ministerios podemitas (Izquierda Unida se diluyó hace tiempo, aquí la única IU que se salva es la de Guarido) que van a hacer, lo están haciendo ya, lo que les viene en gana, lo que les conviene, lo ideal para sus intereses que no para los intereses de España y de los españoles. Sánchez ha inaugurado en la política española una nueva etapa cuya principal novedad es la entrada de miembros de Podemos en la administración central concretada con los cinco nombramientos de marras. Los miembros del Gobierno pertenecientes a la cuota de Podemos han tirado por lo alto, también en sueldos hasta el punto de que la número dos de Igualdad gana más que el propio presidente del Gobierno, pero si éste va a gusto en semejante burra, aunque llegue tarde a Peñaranda, qué más da.

En cuarenta y tantos años de democracia no se habían visto realizar en tan poco tiempo tantos fichajes. Algunos absolutamente polémicos. No hay más que escuchar a sus titulares para darse cuente del viraje, no sólo hacia la izquierda más radical sino hacia el imposible. Sólo Iglesias, sin contar a su encantadora esposa que se ha rodeado de mujeres por todas partes en su afán por demonizar y ningunear a los hombres, sólo Iglesias, decía, contará con un director y nueve asesores, ¡manda huevos!, ¿pa qué tantos? Montero, Díaz, Garzón y Castells dispondrán de entre cuatro y seis cargos de confianza. Todos a la mamandurria gubernamental. Todos a tirar de la ubre de papá Estado. Eso sin contar con las canonjías inherentes a su paso por el Gobierno y que los deja ricos para el resto de sus días. Estos ya no tienen que preocuparse por el plan de pensiones. Atentos, porque cuando se preocupan por el plan de pensiones de los demás es para ver de qué forma pueden meterle mano y arañar directamente para justificar los impuestos que se nos vienen encima.

De una cosa tenemos que estar seguros: no hay de donde sacar para pagar y aumentar todo lo que han prometido. Y que no me vengan con el socorrido asunto de que lo va a pagar la Banca, porque la Banca nunca pierde y cualquier impuesto 'a mayores' de que la hagan objeto, acabaremos pagándolo los clientes. Esto es así, se pongan como se ponga y digan lo que digan. Mi amigo Feliciano lo tiene tanto o más claro que yo. Nos van a jorobar vivos. Y eso duele un montón. Porque, mire usted, cuando nos joroban muertos, como ya no nos enteramos, pues eso, qué más da, pero no, hacen sangre donde ya hay una herida.

Repito, esto no ha hecho más que empezar, en cuanto cojan confianza, tomen carrerilla y vean que disponen de lo que se supone disponen todos los ministros, es decir, de pasta pública, el desembarco de Unidas Podemos en sus cinco departamentos ministeriales significará la designación de fichajes a tutiplén. Amigos del alma, familiares, correligionarios, todos tendrán cabida y si no, se hace por turnos y aquí no pasa nada. No es una crítica, es una observación. La izquierda también peca. Y es que, tonta de mí, de tanto oírselo a Iglesias, me creí que estás cosas eran propias, exclusivamente, de la derecha.