Con este título me refiero al partido político que lleva ese nombre, y que en las últimas elecciones generales pasó de 57 a 10 escaños. Creo que casi todo el mundo menos sus dirigentes, especialmente su presidente en aquel momento Albert Rivera, intuían que eso pasaría y así ocurrió. Su líder y principales directivos habían perdido el rumbo ya que se habían alejado de sus principios fundacionales que claramente les abría un espacio electoral claro, el de aspirar a ser una derecha liberal europea tipo a la de Macron en Francia pero que con el tiempo se convirtió en una copia del Partido Popular. Con ello, parte de sus votantes se alejaron y otros prefirieron votar al original en lugar de la copia.

El partido está a la espera de celebrar su congreso en marzo a fin de definir su modelo y estrategia futura pero ya ha surgido una crisis profunda liderada por Francisco Igea , presidente de Ciudadanos en Castilla y León, a consecuencia de la dimisión de algunos miembros de la gestora, y ha renunciado a su cargo de responsable general de programas además de manifestar que si la actual dirigente Inés Arrimadas no se define, él se presentará como candidato a presidir dicho partido con un modelo propio y, al parecer, bastante distinto al que pretende la Sra. Arrimadas.

Y no se falta razón al Sr. Igea, además de honrarle personalmente, ya que lo que hemos visto hasta ahora a esta formación política después de la renuncia de su líder fundacional es más de lo mismo. Si escuchásemos a la señora Arrimadas sin verla ni notar su timbre de voz pensaríamos que es el Sr. Rivera en persona. Más de lo mismo tanto en lo que dice y en cómo lo dice. Para eso ya tenemos al Partido Popular. Parece que lo que esta señora quiere, a medio plazo, es que le ofrezcan un puesto de nivel en dicho partido.

Es fundamental para un partido definir con claridad un ideario político y social que le imprima un perfil claro y diferente si quiere tener un espacio político propio. Así ocurrió desde su fundación, pero llegó un momento que jugó a lo contrario, es decir, a imitar y competir con la derecha y ultraderecha. Eso ha sido la causa de su suicidio político que al parecer no quiere ver la Sra. Arrimadas.

Recuerdo que, en su día, muchos de mis amigos y conocidos vieron con esperanza la aparición de Ciudadanos ya que representaba una derecha liberal europea que existe en bastantes países de nuestro continente. De hecho, aquel acuerdo de 2016 entre PSOE y C's fue un buen inicio y que Podemos despreció enseguida. Hubiese sido un principio prometedor para tener una mayoría suficiente evitando los peligrosos apoyos que ahora se han necesitado.

Resulta chocante ver como en el mundo de la política, y no solo en España, se comenten errores clamorosos que no son difíciles de intuir a pesar de los equipos de asesoramiento con los que cuentan estas formaciones. Eso indica que no saben leer el eco de la calle y que viven encerrados en sus torres de marfil. Lo curioso en este caso es que la gestora actual de Ciudadano siga por el mismo sendero que le llevó al precipicio electoral hace escasos meses y que la Sra. Arrimadas siga con el mismo discurso bronco, la mayoría de las veces falso y muy gestual, como si fuese una ola que va a arrasar todo con su verdad y seguridad de niña buena que quiere jugar a ser la mala pero que terminará en la nada.

(*) Miembro del Foro Ciudadano de Zamora