Nada por aquí, nada por allá, dicen los ilusionistas un momento antes de hacer aparecer un conejo donde antes no había nada, mientras el público, boquiabierto, intenta adivinar de donde ha salido y como lo ha sacado. Ese viejo ritual se repite a lo largo del tiempo porque nunca falla, ya que el mago no se olvida de meter un conejo en la chistera antes de actuar. Pero ¿qué pasaría si al hacer sonar el típico chasquido de dedos el simpático lagomorfo - antes roedor - no apareciera, o que, aun apareciendo, el público descubriera el truco? Muy sencillo, que el espectáculo dejaría de interesar y el ilusionista tendría que ir pensando en dedicarse a otra cosa.

Algo parecido sucede con las actuaciones de algunos representantes políticos, que la gente asiste a sus mítines y discursos, pero cuando comprueba que está siendo engañada, porque descubre donde llevan escondido el conejo, deja de creer en ellos perdiendo todo interés.

Los ilusionistas de la política tratan de hacer ver algo que no existe o que, aun existiendo, solo puede verse durante el fugaz instante que dura su intervención, ya que después nada va a quedar de ello. Nada por aquí, nada por allá, nada por acullá. Pero, aun así, insisten en decir que son artífices de un montón de cosas. Lo peor de interpretar este personaje es que terminan creyéndoselo, o al menos así lo parece, porque es tal la convicción con la que hablan, aunque sea de humo, que resulta difícil poder pensar otra cosa.

Así, hace unos días en intervenciones de altos representantes de la Junta de Castilla y León, se pretendía sacar el conejo de la esplendidez a propósito de las actuaciones de la Junta con respecto a Zamora, aunque, eso sí, sin mencionar ninguna de ellas, porque, para su desgracia, no debían disponer de ninguna en la chistera, ya que utilizar como argumento aquello de que la Junta presta a Zamora el servicio de sanidad y el de educación es como no decir nada, porque lo contrario sería incomprensible a estas alturas de la película. Y como nada podían contar del presente, ni tampoco del pasado, recurrieron a hablar del futuro, porque eso da mucho juego, ya que lo de prometer no cuesta nada y llegado el momento si no se cumplen las promesas siempre podrá encontrarse alguna justificación. Pero claro, no solo de promesas vive el hombre, y tampoco los zamoranos, a los que les duele la memoria de tanto recordar incumplimientos, globos soltados en el pasado próximo y lejano que se quedaron flotando en el aire tras las actuaciones de los ilusionistas de la política, que les han llevado al convencimiento de que hay que ver para poder creer.

En la memoria de todos está el macroproyecto de una de las Cúpulas del Duero, que obligó al Ayuntamiento a recalificar los terrenos en las parcelas del Valderaduey, y que se quedó en mero fuego de artificio. O la edificación del Palacio de Congresos, en aquellos años en los que todas las capitales de provincia tenían uno, del que solo ha quedado un enorme agujero para vergüenza de la ciudad.

Pero no solo la Junta ha caído en el pecado de no dar, sino también en el de impedir que otros llevaran a cabo determinados proyectos, posicionándose en contra de ellos. Sirva como ejemplo aquel suceso del año de gracia de 2009, cuando regía el ayuntamiento la alcaldesa Rosa Valdeón, y vino a acontecer que el patronato de la fundación de "Las Edades del Hombre", del que formaban parte los obispos de las once diócesis de Castilla y León, decidieron, por unanimidad, que fuera Zamora su sede permanente y acogiera también el taller de restauración ("LA OPINION-EL CORREO DE ZAMORA de 16/06/2009). Decisión tomada de "manera irrevocable" según palabras de su secretario general José Ramos Domingo ("El Norte de Castilla" 17/06/2009), para lo que la fundación abandonaría el monasterio de Santa María de Valbuena(Valladolid) para ocupar el Convento de las Siervas de María y la Iglesia de la Magdalena de Zamora ("La Opinión de Zamora 16/06/2009).

Y las campanas de Zamora se lanzaron al vuelo, porque, por fin iba a hacerse algo en beneficio de la provincia.

"De manera irrevocable" apostilló el diario "El Mundo" (13/07/2009). Pero quiso el destino que la Junta de Castilla y León, en boca de su portavoz José Antonio de Santiago, presionara desde Valladolid a los obispos, amenazándolos con tener que devolver 1,5 millones de euros, aportados por la Junta, de los nueve que supusieron las obras de acondicionamiento del monasterio vallisoletano, si llevaban la sede a Zamora.

Ante tal presión la alcaldesa Rosa Valdeón anunció movilizaciones en el caso de llegar a frustrarse la operación desde Valladolid ("La Opinión de Zamora" 03/07/2009), movilizaciones que no llegó a convocar, pues se rindió incondicionalmente a los designios de la Junta y de sus superiores de partido, traicionando así el sentimiento de los zamoranos. De esa manera aconteció que los obispos se volvieran atrás, y donde dijeron digo pasaron a decir Diego.

Para suavizar tal escarnio, De Santiago prometió repartir las funciones de "Las Edades", creando una subsede en Zamora además del taller de conservación. Y la gente pensó que "a falta de panes, buenas son tortas". Pero ni los unos, ni las otras llegaron nunca a Zamora.

Tales noticias fueron recogidas en muchos medios nacionales, como "Abc" o "Europa Press", de manera que no cabe hacer muchas interpretaciones de ello.

Mal está que un padre no ayude a alguno de sus hijos, pero aun peor lo es impedir que pueda recibir un presente de algún allegado.

Credibilidad, divina palabra que en el argot de la política apenas puede llegar a encontrarse, ya que ni siquiera se encuentra escondida en los bolsos de los ilusionistas.