Es lo que se preguntan muchos españoles. Entre ellos distintos colectivos. Jubilados y funcionarios no están nada contentos con su situación. Lo que dice Pedro no es lo que hace Sánchez y eso provoca malestar incluso entre quienes son más proclives a defender lo indefendible. ¿Qué está haciendo Sánchez? Se preguntan incluso algunos socialistas de toda la vida, me refiero a los críticos, no a los acomodaticios. Estos últimos son los que han desvirtuado la esencia del Partido Socialista Obrero Español. Son los de anden ellos calientes y critique la gente. Y de estos hay bastantes.

Los hechos nos permiten conocer el entramado de las negociaciones, el entramado de los pactos, fundamentalmente con el independentismo catalán, ya que la opacidad ha sido la nota predominante. ¡Madre mía si se le ocurre hacerlo a otros! Habrían pedido cabezas y alguna estaría ya rodando. Sería la primera la primera vez. Hay cuestiones que no pasan desapercibidas a tenor de lo que va saltando aquí y allá. Y una de ellas afecta a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y más en concreto a la Guardia Civil, a la que están maltratando. Y no hace falta que salga ningún sindicato a la palestra. Se nota, se palpa, se ve a la legua.

Para vigilar el casoplón del futuro vicepresidente del Gobierno, señor Pablo Iglesias, que como tal tendrá competencia en exteriores, que bien les viene la dotación de Guardias Civiles que vigilan la casa día y noche por la seguridad del vice y su pareja, para todo lo demás, la Guardia Civil, individual y colectivamente, les importa un bledo. Y no lo digo sólo yo. Se sabe. El ministro Grande Marlaska ha dejado sola a la Guardia Civil. Ahora le ha dado por apoyarse en la Policía Nacional, cuando se canse los meterá en el mismo saco. Con la particularidad de que ni a una, ni a otra, les va a proporcionar la subida que lleva prometiéndoles desde su santo advenimiento al Consejo de Ministros.

El Pacto PSOE-PNV lleva aparejado el traspaso de las competencias de Tráfico a Navarra. El PNV, habla y actúa en nombre de Navarra y los navarros. Conocida es su ambición por considerarla la cuarta provincia vasca. Ese detalle que Marlaska ha tratado de desmentir o como poco de minimizar, lleva aparejados muchos problemas que afectan a la estabilidad laboral y familiar de cientos de agentes. Pero eso a Marlaska y a Sánchez y a Lastra y Ábalos les importa un bledo. Hay que conservar el estatus como sea, y si hay que vender el alma al diablo, se vende. Luego vendrá lo de Barcelona, donde cerraran comisarías de la Policía Nacional y se cargaran, vía decreto, al general de la guardia Civil, don Pedro Garrido, porque le cae mal a Torra y al independentismo catalán. Y eso ya no es ceder. Eso es claudicar, yo diría que incluso desertar.

El independentismo está desmantelando las estructuras del Estado, con el beneplácito de Sánchez y sus cuates, en sus feudos respectivos. Ellos ganan, España pierde. Y no es ponerse ni dramática, ni trascendental. Es, simplemente, reconocer la gran verdad que encierra este oscuro periodo de la política española, en el que unos pocos, deciden por todos los españoles. Si eso es democracia que baje dios y lo vea. Lo mismo es lo que en realidad persigue la izquierda progresista que va a gobernar España. Como si solo ellos tuvieran la solución a los problemas. Cuando, más bien, son creadores de problemas. Tienen que sentirse mal, defraudados, engañados aquellos que creyeron los discursos de Sánchez. Sólo unos pocos le recuerdan que donde decía digo, ahora dice Diego.