Todavía recuerdo aquella Navidad. Y eso que han pasado 22 años. Entonces, Vodafone se llamaba Airtel y tuvo a bien meternos en casa durante todas las fiestas un anuncio en el que un niño se nos colaba a través del teléfono con una conocida frase: "Hola, soy Edu, Feliz Navidad" que se convirtió prácticamente en el estribillo del 'villancico' más repetido de aquel 1999. Aquel niño del spot televisivo tiene ahora veintitantos años y es un empresario al que no le van mal las cosas. Qué año aquel. Lo de Edu nos duró un tiempo. Todavía hoy, los nostálgicos lo repiten a falta de que los creativos publicitarios nos regalen, un nuevo estribillo, un nuevo villancico en forma de spot publicitario, más actual, del nuevo siglo, de la nueva década.

Lo cierto es que lo tenemos. Tiene una pegadiza cantinela que este año está impactando más que el pasado. Podemos muy bien decir que el anuncio de Navidad 2019 de El Corte Inglés, es una reedición del que nos regaló el pasado año. Cada vez somos más los que coincidimos en que esta Navidad la palma se la lleva el que ya se ha convertido en un clásico navideño: "Mi padre es un Elfo". Cuantas personas lo van tarareando por la calle. Lo escuchas dos veces y ya eres incapaz de no tararear aquello de: "Creo que mi padre es un Elfo, sí lo es, sí lo es...". Además, nos involucra a los que nos dejamos llevar por esta tierna historia, cuando nos recomienda: "creo que si miras bien hay Elfos". La historia no puede ser más entrañable y la letrilla más contagiosa. La ilusión y la magia de la Navidad, lo cambian todo.

El anuncio de los Elfos, con las variantes y las adaptaciones que sin duda se harán, puesto que ha alcanzado la categoría de 'clásico de la Navidad', debería repetirse todos los años. Esa musiquilla ya nos resulta familiar, ya se ha instalado en nuestro recuerdo. Lo mismo, la pequeña del anuncio tiene toda la razón. Lo mismo si miramos con ojos de niños descubrimos que a nuestro lado caminan elfos, que en lugar de perros hay renos, que la castañera de Santa Clara es un elfo, Angel, el cartero de mi casa, también es un Elfo, como un elfo es Luismi, mi carnicero, y Justy y José Manuel y Joaquín y Vicente el de La Valenciana, y Feliciano, y Oscar, y Paco Gus, y Manuel, y Alberto Durán nuestro torero, y Gerardo y Saulo y tras los escaparates de todas las tiendas de Zamora hay elfos esperando nuestra visita. No estaría mal que así fuera.

Ser un elfo tiene su aquel. Todos conocemos a esos diminutos seres con vestimentas rojas y verdes, cascabeles y mallas de colores que son los encargados de fabricar los juguetes y regalos navideños. Indudablemente son los más fieles y leales ayudantes de Papá Noel. También ellos viven en el Polo Norte, como el orondo personaje navideño. La mitología navideña tiene a sus propios personajes. Yo me quedo con el misterio que acompaña a Melchor, Gaspar y Baltasar, más que reyes, magos, como Paulino Gil o como Paco González, pero de su tiempo, con empaque, con señorío, con un manejo de los antiguos arcanos que no han transferido a las nuevas generaciones. Y es que ellos, y sólo ellos, amén de los protagonistas del misterio, Jesús, José y María, son junto a los pastores, figuras esenciales del Belén navideño. Sólo que para verlos es necesario empaparse del espíritu de la Navidad, tener fe, creer, casi, casi lo mismo que hace la pequeña protagonista del anuncio más pegadizo de la Navidad pero con otros personajes ajenos a la historia que sigue viva dos mil diecinueve años después. Lo mismo si nos da por fijarnos bien empezamos a ver Elfos por doquier. No se trata de travestir a nadie, se trata de mirar la Navidad con ojos de niño, creer en la magia y, quién sabe si a lo mejor.....