Dentro de la izquierda europea el PSOE es un caso excepcional: se trata del único partido socialista que busca, a través de un supuesto diálogo, establecer acuerdos con los nacionalistas, portadores de la idea que más daño ha infligido en la reciente historia del viejo continente. Ninguna otra organización política de las características que teóricamente adornan a los socialdemócratas españoles ha caído en esa deriva, todos lo contrario lo que hacen los homólogos europeos es combatir el nacionalpopulismo, llegando incluso a alianzas estratégicas con los liberales y los conservadores para frenar una amenaza que pretende suplantar la idea de unión por otra disgregadora, insolidaria y antisistema.

En realidad, los nacionalistas en España son la minoría que aspira a desencuadrar un país mayoritariamente antinacionalista. Pero disponen de un efecto multiplicador gracias a una ley electoral que les otorga mucha más representatividad de la que deberían tener por votos en las urnas. La idea de tratar de aplacarlos ofreciendo nuevos estatutos a cambio de respaldo político se sitúa en la antesala de esa confederación de estados que el independentismo estaría seguramente dispuesto a aceptar a cambio de no violentar la convivencia, algo que Miquel Iceta empezó hace tiempo a desgranar píldora por píldora con la teoría de la plurinacionalidad. Ocho naciones, dice el primer secretario del PSC que existen en este país, abriendo la puerta a sucesivos contenciosos.

Es un terreno que ya allanaron Zapatero y el expresidente autonómico José Montilla, dos viejos protagonistas del famoso Pacto del Tinell que los socialistas catalanes quieren reeditar con ERC. El primero, el del estatut prometido, raíz del penúltimo conflicto con Cataluña, ha dicho al go insólito: que los electores fueron los que eligieron a los republicanos separatistas como aliados del Gobierno, y el segundo ha visitado a Junqueras en la prisión de Lledoners, se desconocen los motivos. Recuerden: el resultado de aquello, sin que se tratase entonces de independentistas confesos, fue catastrófico.