Después de escuchar estos días a responsables de la Junta de Castilla y León y, en particular, a quien dicen es su presidente, el señor Mañueco, pudiera parecer que adolecen de una sensibilidad auditiva extrema, pero se tarda poco en comprender que, en realidad, estamos ante una mezcla de ese bochorno, al que tanto alude su socio de Gobierno, e indolencia.

Durante décadas, las políticas caciquiles y de clientelismo político han corroído lentamente las raíces de nuestra tierra, no siendo que se desmontara el extraordinariamente bien montado chiringuito de la derecha afanada en perpetuar nuestros males endémicos -la despoblación, la desindustrialización,...- y la bien trabajada ausencia de un sentimiento identitario por esta inmensa tierra.

Cada vez que alzo la voz en el Parlamento autonómico, la casa de todos los castellanos y leoneses, para hacer llegar el grito de auxilio y de denuncia de la insostenible situación de la provincia de Zamora y, por tanto, de sus gentes, nobles, austeras, leales, a estos señores - y bien digo, señores- les entra un nuevo ataque de insensibilidad auditiva

Desde esta humilde columna recomiendo a aquellos a los que no fueron elegidos para gobernar, pero en virtud del ya conocido como Pacto de la Rapiña lo hacen con indolencia máxima, que opten por orejeras.

Como consecuencia de sus políticas, han sumido en la más absoluta desesperación al pueblo que lideró Viriato, cuya herencia de perseverancia heredamos, pero ahora parece que, además, quieran quitarnos la esperanza de ser tierra de oportunidades y la voz para reivindicarlo.

Manosean sin pudor la Constitución Española, utilizan nuestro Estatuto de Autonomía para tapar sus vergüenzas y corruptelas. Así que permítanme a través de las letras, para no herir una vez más sus preciados tímpanos, que si tienen a bien se pongan a trabajar en aplicar ambas normas, especialmente en la parte en la que se hace referencia a la Igualdad de Derechos, distribución de la Renta Regional, cohesión y equilibrio de todos los territorios, con especial atención a las zonas más desfavorecidas y despobladas.

Y no, no alberguen esperanza alguna, esta humilde representante de sus paisanos solo tiene su voz para defender los intereses de los mismos. No, los decibelios no bajarán, salvo que de una vez por todas se decidan en ponerse a trabajar en inversiones cuantificadas con partidas y cantidades presupuestarias específicas, con nombres y apellidos, Plan de Dinamización Específico para la provincia de Zamora.

(*) Vicepresidenta primera de las Cortes de Castilla y León