Como la coyuntura política obliga a sus protagonistas a utilizar, cada vez con mas frecuencia, la ambigüedad y el retorcimiento retórico, se hace necesario que quienes escribimos en los periódicos tengamos a mano un diccionario que nos ayude a esclarecer la realidad subyacente. Sin pretensión, por supuesto, de merecer autoridad académica. Vamos a ello.

Derecho a decidir. Un derecho que no tiene límites y que puede invocarse para justificar cualquier pretensión. Desde escoger un plato en la carta de un restaurante a comprar una entrada para ver una película en la cartelera de un cine. E incluso, llegado el caso, a la secesión de parte del territorio de un Estado. En este último supuesto, sin consultar a la ciudadanía del Estado en cuestión y ni siquiera a buena parte de la población de ese mismo territorio que pudiera resistirse a ello. La amplitud del derecho a decidir es tal que antes de que el nuevo Estado se convierta en sujeto de derecho internacional sus futuros dirigentes ya plantean reivindicaciones soberanistas respecto de territorios de otros Estados próximos. Como sucede con los Estados "non natos" del País Vasco y Cataluña respecto de algunas comarcas de Francia. Una reclamación que se hace con la boca pequeña porque el Estado francés no admite bromas con estas cosas.

Bilateralidad respecto del Estado. Expresión eufemística bajo la que se pretende poner en pie de igualdad al Estado español con un hipotético Estado catalán durante las conversaciones entre el PSOE e Esquerra Republicana para conseguir el apoyo de esta última formación a la investidura de Pedro Sánchez. Un apoyo imprescindible si no queremos ir a nuevas elecciones. Para salvar los muebles de una negociación complicada, el PSOE intentará convencer a la opinión pública española de que no se sale de los límites que permiten la Constitución y el Estatuto todavía vigente, y Esquerra Republicana a sus bases de que no renuncia a la independencia aun cuando opte por una vía más lenta para lograrla.

Disposición adicional. Argucia legal del PNV y de sinuosos juristas formados en Deusto para colocar un hipotético derecho a decidir fuera del cuerpo normativo del proyecto de reforma del nuevo Estatuto y así salvar su inconstitucionalidad. En cualquier caso, canjeable por más concesiones competenciales y más dinero.

Ciudadanos y nacionalizados. Al hilo de lo expresado en el enunciado anterior, fina distinción entre habitantes de la autonomía vasca que podrán escoger a voluntad entre un régimen y otro. Deja a salvo la tradicional receta del bacalao a la vizcaína.

Cordón sanitario. Dícese de la utilidad, o no, de formar una barrera partidaria para excluir a Vox de las instituciones donde sea posible hacerlo. El PP y Ciudadanos lo tienen difícil porque le deben la gobernación de importantes comunidades autónomas y ayuntamientos. En Galicia, país conservador por excelencia, Vox no consiguió escaño en las últimas elecciones.