Que el comercio de Zamora está de capa caída es una evidencia fácilmente constatable. Llevo mucho tiempo pidiendo que entre todos ayudemos a salvar al comercio. Llevo mucho tiempo pidiendo a las instituciones que colaboren, que no se queden de brazos cruzados, que empujen el carro que entre todos estamos en la obligación de conducir. No veo resultados aunque tampoco pierdo la esperanza. Loreto, Guadalupe y Esperanza son las tres advocaciones marianas que se dan cita este mes de diciembre en el calendario. Encomiendo el comercio de Zamora a las tres durante estas fechas que nos acercan a la Navidad.

Por cierto, de momento y por lo que ya hay instalado, las lucecicas navideñas que nos coloca la empresa contratada por el Ayuntamiento que preside el señor Guarido, pecan de pobres. Son de esos tubicos que tienen un nombre y que yo ignoro y que apenas alumbran, que apenas alegran. No se han molestado mucho, no. Y eso a pesar de que según el Ayuntamiento la financiación es mucho más cuantiosa que cuando gobernaba el Partido Popular. Tengo para mí que no dan con la empresa. Y no digo más porque, como el resto de zamoranos, estoy a la espera del resultado final. Ya voy recogiendo opiniones por doquier y, hasta ahora, ninguna ha sido favorable.

Volvamos al comercio que se la juega esta Navidad. Me parece muy bien que apelen a la "responsabilidad" de los clientes para evitar cierres. Cierto que hay cierres que no se pueden evitar. Como que a pesar de las cuantiosas 'cajas' diarias, el dueño de la cadena Marionnaud, decida llevarse de España y Portugal y por ende de Zamora, una perfumería que funciona como un reloj suizo. Cajas de once mil y doce mil euros diarios, por ejemplo durante el 'Black Friday', no son moco de pavo. Pero es verdad, y el sector tiene toda la razón cuando solicita la responsabilidad de los clientes. Porque si todos nos vamos, como hacen algunos, a Valladolid, Salamanca o León, aviados vamos. Mire usted, lo de allí también lo pueden encontrar aquí, lo que pasa es que no sé por qué se le da más importancia a lo que se trae de fuera, como si tuviera más calidad, cuando no. Eso y las ventas on line están matando al comercio de Zamora.

Con lo bonito que es ir de tiendas. Con lo gratificante que resulta encontrarse con amigos y cambiar impresiones. Con lo que gusta ver y tocar lo que se compra e incluso solicitar un descuentillo que la mayoría del comercio está dispuesto a aplicar, sobre todo si eres cliente. No entiendo que la gente se vaya a comprar ropa de ceremonia o vestidos de primera comunión a cualquiera de las provincias limítrofes, como si aquí no hubiera, como si los de aquí fueran un espanto cuando hay cosas monísimas. No entiendo, con los jamones y el embutido que tiene ese portento de empresario que es Elier Ballesteros, que alguien piense en comprar jamones on line. No me cabe en el caletre que con los vinos que tiene esta tierra, con don Manuel Fariña a la cabeza, haya quien pida surtidos de otras Denominaciones de Origen. No comprendo que con quesos como los de Reny Picot o el Consorcio de Promoción del Ovino, cada día más arriba, haya quien pueda pedir quesos de La Mancha, cuando se hacen con leche proveniente de Zamora. Y, para leche, la de Gaza, de ahí que tampoco comprenda que se prefieran marcas de otras comunidades autónomas. Y si de orujos Panizo hablamos, para morirse de gusto.

Hay que luchar por lo nuestro, darle prioridad, defenderlo y, efectivamente, ser responsables. Aunque me quede sola en el intento, pienso seguir apelando a unos, los comerciantes, y a otros, los clientes, para que ejerzan su zamoranismo con responsabilidad.