Eso es lo que se pide precisamente para que el PSOE y Ezquerra Republicana lleguen a un acuerdo de investidura para Sánchez. Y creo que es correcto: no se puede iniciar una negociación diciéndole al otro lo que tiene derecho a pedir y lo que no.

La otra parte tiene que estar capacitada para pedir, en cualquier momento, lo que desee, y luego será el curso de las negociaciones lo que determine qué es posible, qué es deseable, y a dónde se puede llegar. Un partido republicano e independentista, como ERC, tiene que poder exigir independencia y República, porque si no, ¿Para qué está ahí?

Por eso, estoy convencido de que los límites, los apriorismos y las líneas rojas sólo sirven para simular que se negocia cuando en realidad no se quiere hablar ni negociar nada.

Hay que hablar, por tanto, sin límites y hablar de todo. Pero hablar de todo, por ambas partes. Los soberanistas tiene derecho a pedir el derecho de autodeterminación y un referéndum en el que participen ellos solos. Pero los españolistas más rancios tienen derecho a pedir, sin límites, el fin de su autonomía y la recentralización completa de las competencias. El mismo e igual derecho, sin límites.

ERC tiene derecho a pedir que se negocie la Constitución. Los demás tienen derecho a pedir que se suprima por completo el Estatuto de Autonomía. Sin límites. Sin contemplaciones. Ellos pueden pedir más competencias y más autogobierno. Los demás pueden pedir que se retiren competencias y que desaparezca el autogobierno. Sin límites, sin complejos y sin líneas rojas.

¿De verdad es eso lo que piden? ¿O sólo una parte puede pedir cosas sin límites, sin líneas rojas y sin complejos?

Yo soy partidario de que se hable todo. Sin límites. Pero sin límites para nadie. Si no es eso, no es negociar entre iguales.