El Adviento, como bien sabemos, significa la llegada de Nuestro Señor, que para nosotros los cristianos, comprende en el año presente, desde el domingo día 1 de diciembre hasta el día 24 de de diciembre, día del Nacimiento del Señor. El Adviento es el primer período del año litúrgico. Todos los años los sacerdotes nos recuerdan que es un tiempo fuerte, de reflexión, de oración y también debe ser tiempo de penitencia, en esencia, debemos ejercitar todo aquello que prepare nuestro cuerpo y nuestro espíritu para recibir al Señor.

La Iglesia durante este tiempo de preparación para la llegada y recibimiento del Señor, ya desde la edad media, estableció para la celebración de las cuatro semanas de Adviento, la Corona de Adviento, con cuatro velas que representan las cuatro semanas que dura este tiempo de preparación para el Nacimiento del Señor.

En los tiempos actuales donde la instalación de luces navideñas en la calle comienza a realizarse a la finalización del verano, el ambiente festivo de la calle, sino tenemos una actitud personal interior dedicada a la preparación de la llegada y acogida del Señor, ayuda muy poco o nada y es causa de permanente distracción. En los últimos años, a poco observadores que seamos, nos percataremos que en el ambiente navideño predomina el aspecto comercial, mercantilista y se ha olvidado la esencia originaria cristiana.

Es un tiempo donde hemos de meditar sobre el significado de las frases: "Ven, Señor Jesús ". "Bendito, el que viene en nombre del Señor". A través de este período de cuatro semanas, los cristianos hemos de prepararnos, en profundidad, para recibir el nacimiento del Señor y vivir en cristiano la Navidad, ello nos exige un examen profundo de nuestra vida diaria y eliminar de ella todo aquello, que nos impida el acercamiento al Señor. Cada uno de nosotros debemos hacer un examen de conciencia y preguntarnos ¿Tiene sentido mi vida? ¿Cómo vivo mis creencias cristianas? ¿Ayudo a los demás?

Con estas líneas he tratado de promover, en todas aquellas personas que las lean, que dediquen un tiempo a la reflexión personal y lleguen a la conclusión que hemos de llevar alegría a las personas de nuestro entorno, porque el mundo está triste, y está triste porque está alejado de Dios, hemos de salir de nosotros mismos y hacer la vida más agradable a las personas de nuestro entorno, a nuestros amigos, compañeros, vecinos, y en general a todos aquellos que nos rodean.

Procuremos en este tiempo de Adviento, que ahora comienza, hacer el propósito de ser mejores durante el resto del año y comprometernos en temas de ayuda a los demás. Cada vez que hacemos la vida más fácil a una persona es Navidad.

Hagamos de nuestra vida una permanente Navidad.