Ninguno de los problemas que asedian a la ciudad de Zamora va a ser atacado por el Ayuntamiento a juzgar por el borrador de presupuestos municipales para el año 2020 que el equipo de gobierno ha presentado, discutido y aprobado, casi en un mismo acto y en los que no ha dado ninguna posibilidad de participación a los grupos de la oposición ni a la sociedad civil. Ordeno y mando, en la etapa política que ya se muestra como la menos participativa de cuantos mandatos han transcurrido desde el 78. O, Guarido "dixit": "Lo que no vamos a hacer es pedir perdón por tener mayoría absoluta ni por haber conseguido el cincuenta por ciento de los votos de los zamoranos".

Cuando estamos a punto de cerrar el primer año natural en el que Zamora no ha tenido presupuestos sino la mera prórroga de los correspondientes a 2018 ante la incapacidad del alcalde y su equipo, de coalición entonces, para sacarlos adelante cuando correspondía y casi medio año después de su apabullante triunfo electoral y por lo tanto de la redacción de su programa electoral para cuatro años, se esperaba algo más que una serie de partidas cada vez más difusas de las que difícilmente se puede atisbar en qué van a gastar o invertir los recursos cada una de las áreas de gestión municipal.

Si no hay medidas para favorece la actividad económica en la ciudad y con ello la creación de empleo. Si no existe una mínima estrategia de desarrollo que frene la caída de población que en los últimos diez años sacude a nuestra ciudad. Si no se dan facilidades al comercio y a la empresa en general. Si no se apuesta por el turismo o incluso se desprecian iniciativas de calidad como la de la recuperación de la Bienal de Arte Contemporáneo o del Pórtico musical. Si se evita -porque no gusta- cualquier respaldo al proyecto de Montelarreina. Si no se invierte en que Zamora se sacuda el polvo de la parálisis que aceleradamente la mata y su ayuntamiento actúe como motor facilitador, dinamizador y de generación de atracción para la inversión pública y privada. Si no se trabaja sobre los nuevos sectores de actividad económica del futuro, ya presente. Si no se promueve la competitividad fiscal. Si nada de eso se contempla en los presupuestos, no son lo que Zamora necesita.

Si, por otro lado, tampoco se reforma el funcionamiento administrativo, se desbloquean áreas como urbanismo, se promueve la competitividad fiscal, se vuelve a la legalidad con la licitación de los grandes contratos, los más importantes de los cuales llevan caducados durante todo el periodo de alcaldía de Guarido y algunos en estos momentos en situación de más que dudosa legalidad. Si en lugar de modernizar las estructuras administrativas se continua con prácticas de acoso "ad hominem" contra empleados públicos o con posturas meramente ideológicas como no dotar a la Policía Municipal de la plantilla que exigen normativa y recomendaciones. Si todo eso ocurre, es que tampoco son los presupuestos que el ayuntamiento precisa.

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