Aquellos que tengan el sueño ligero deberán hacer acopio de 'tranquimazin', 'zolpiden', 'temazepan' o la marca que quieran para poder conciliarlo por lo menos unas horas. Porque merced al 'pacto del abrazo' entre Sánchez e Iglesias y ahondando en la consideración del presidente en funciones, a partir de ahora "el 95% de los españoles no dormirán tranquilos". El líder del PSOE ha levantado el veto al secretario general de Podemos y ambos han acordado y firmado formar un gobierno de coalición, añado yo inquietante, que tendrá al propio Iglesias como vicepresidente. Esto no ha sido producto de las últimas cuarenta y ocho horas, cuando una parte de España lamentaba la despedida de Albert Rivera. Esto estaba atado y bien atado, a pesar de las connotaciones volátiles de la frase y mascado incluso antes del debate. Ahora se comprende mejor la cantidad de 'cables' que un avispado Iglesias echó a un Sánchez ausente que no contesto a las preguntas de los rivales, no por desconocimiento, sino porque el pacto ya estaba hecho.

Me parece que fue en el mes de septiembre cuando Pedro Sánchez concedió una entrevista a su presentador favorito, Antonio Ferreras, director de "Al rojo vivo". En su transcurso se habló, sobre todo, de la falta de apoyos para lograr la investidura y la próxima convocatoria de elecciones generales que se celebraron el pasado fin de semana. Allí, en esa tele, ante los espectadores como testigos, Sánchez pronunció unas palabras que le perseguirán toda la legislatura, unas palabras que hoy, en medio del anuncio de preacuerdo para formar gobierno con Podemos, serán recordadas, estudiadas, analizadas, repetidas hasta la saciedad y, cómo no, carne de meme.

Sánchez es muy dado a las frases lapidarias. En aquella fausta o ahora infausta ocasión, según se mire por la izquierda o por la derecha, Pedro, como gusta llamarlo a Pablo, aseguró que "el 95% de los españoles no dormirían tranquilos" con Pablo Iglesias como vicepresidente. Casi dos meses después se la tiene que envainar, la lengua, porque su vice, uno de ellos, será el enemigo de Morfeo. Iván Redondo ha entrado por una puerta en el equipo negociador socialista y por otra ha salido Carmen Calvo. El equipo, por cierto, lo forman junto a Redondo, Adriana Lastra e Irene Montero. La Montero siempre junto al Iglesias. Por algo son pareja.

Ver en la tele a ambos, antes, durante y después de la firma resultaba chocante. Sánchez queriendo esbozar una sonrisa que no le salía de los adentros. Iglesias, pletórico, con una sonrisa de oreja a oreja, precisamente él, que es poco dado a sonreír. A la mayoría de analistas les ha pillado con el paso cambiado y haciendo análisis que nada tienen que ver con la realidad. De momento, la bolsa española ha cerrado en rojo, Europa ha mostrado su preocupación, los empresarios están que trinan porque Sánchez e Iglesias lo han hecho a escondidas y en medio de un secretismo impropio. A los Reyes los han mandado con viento fresco a Cuba, por si acaso, mientras ellos pactaban, Evo Morales, el indiecito que se lo ha llevado crudo y ha manipulado las elecciones hasta límites insospechados, con la atención puesta en España para un posible asilo.

En principio, el pacto entre el PSOE y Podemos, anticipa ya en sus 10 puntos la intención de los abajo firmantes, Sánchez e Iglesias, de impulsar un fuerte aumento del gasto público y una subida "progresiva" de impuestos en esta etapa de desaceleración económica. Usted mismo.