Cuando esto escribo es muy pronto para conocer si la abstención ha ganado, si la cosa se ha quedado en tablas, si el bloque de la derecha ha tenido más chance que el de la izquierda o al revés. Es muy temprano y sólo sé que tengo que ir a votar. Lo único seguro a esta hora es el temporal que azota España. Este invierno adelantado, no hay que olvidar que todavía estamos en otoño, va dejando nevadas en el centro y norte peninsular. Nieve que en Galicia caía a sólo 800 metros de altura y temperaturas mínimas que dejaban cero grados centígrados en muchas capitales de provincia.

Castilla y León no es ajena a esta situación meteorológica, hasta el punto de que está siendo una de las comunidades más afectadas por el temporal. Las estampas que la nieve está dejando por doquier no pueden ser más invernales. Pero no es de esto de lo que quería hablar, no. El tiempo es de lo más recurrente y de lo más socorrido cuando no se tiene otro tema de conversación. Pero usted y yo no queremos hablar del tiempo. A propósito de la fiebre que se ha desatado en Zamora por parte de los amigos de lo ajeno, visitando sin avisar y a plena luz del día distintos domicilios de la capital, debo decir y digo que los robos están a la orden del día.

En España, al año, se sustraen hasta 300.000 smartphones. Es una barbaridad muy bárbara pero es un hecho incuestionable. Lo que la mayoría de propietarios de estos aparatitos, sin los que ya no podemos vivir, no sabe es que conviene tenerlos asegurados. Un 85% de los usuarios no cuentan con un seguro que les proteja ante la pérdida de su dispositivo más valioso. A este paso vamos a tener que llevar asegurado todo lo que nos ponemos encima, de dentro afuera. A este paso vamos a tener que asegurarnos a nosotros mismos porque los secuestros y secuestros exprés estás a la orden del día.

Estamos al albur de gentes de mal vivir que, lejos de ganarse el pan con el sudor de su frente lo hacen con el sudor que perla la frente de los demás. Lo tienen tan estudiado, lo saben hacer tan bien, que ni te enteras de que te están sustrayendo del bolso, el billetero, el móvil o las llaves del coche. Hay como una especie de plaga. Entre los autóctonos, cada vez menos, y los foráneos, llevamos un carreron insoportable. Y no hay derecho. Sobre todo si eso se considera hurto y a sabiendas de lo relajada que es la Ley para los ladrones.

De estas cosas nunca nos habla nuestra amada y nunca bien ponderada clase política en los debates. Practican la demagogia como Iglesias o van a lo suyo como Sánchez, desatendiendo las preguntas que se le formulan. De lo que en verdad nos importa a los ciudadanos no dicen ni pío. Por cierto, no sabía yo que el trastorno del siglo XXI que sufren los que tienen un miedo irracional a no disponer de su móvil se le llama 'nomofobia', una fobia más que añadir a las muchas existentes. Pues, le voy a decir una cosa. Me parece una falta de educación cuando se está almorzando o cenando con otras personas, que se esté más pendiente del móvil que de la conversación. Me parece una falta de educación, que se asista a un acto del tipo que sea, y se esté más pendiente del móvil que de lo que se está diciendo o de lo que está ocurriendo. Equiparar la pérdida del móvil con la propia privacidad es querer rizar el rizo. Da la sensación de que a algunas personas les va la vida en ello si no miran un montón de veces, aunque sea de soslayo, a la pantalla del móvil. Es más, se tensan si no se enciende, si no suena aunque sea el anodino sonsonete del 'guasap'. Ya nos vale. Conectados, sí, pero lo justo y necesario y no como ahora que es como un deporte.