Los zamoranos tienen hoy una cita con las urnas. Un deber democrático que debe ser capaz de superar la sensación de impotencia que puede producir la cuarta convocatoria en otros cuatro años. Es mucho lo que está en juego, más allá de que el reparto de escaños favorezca a una u a otra fuerza política. El censo de votantes ha ido disminuyendo en esas cuatro citas: 7.500 electores menos desde diciembre de 2015, cuando las personas con derecho a sufragio ascendían a 175.000, para reducirse por debajo de los 170.000 en abril pasado. Ahora, son 168.258 los zamoranos inscritos en las listas del censo y de ellos más de 20.000 ejercerán o habrán depositado ya su voto por correo desde otras provincias, desde otros países: el voto rogado disfraza una realidad, sin embargo, palpable. La provincia se desangra y los ciudadanos son más que conscientes de la situación, tanto, que es el primer problema para casi la mitad de los encuestados por el sondeo publicado hace una semana por LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, casi quince puntos por encima de la segunda de las causas a las que achacan la decadencia de la provincia, aunque esta última vaya ineludiblemente unida a la caída demográfica: el desempleo. Con ese panorama, no es de extrañar que un 70% de los que señalan la despoblación como el gran reto dé la provincia casi por amortizada. Pero la desesperanza y aguardar a que el último cierre la puerta no puede ser la respuesta y menos para los más jóvenes.

El primer elemento de lucha para revertir la situación la tenemos hoy domingo los zamoranos en nuestras propias manos: debemos caminar hacia los colegios electorales con la convicción absoluta de que somos los electores los que podemos cambiar el rumbo de los acontecimientos con nuestro voto. Incluso a pesar de que haya encuestas en las que los votantes señalen a los políticos como parte del problema por la ineficacia demostrada y la incapacidad de anteponer los intereses generales a las cuitas partidistas y personales.

Pero, al mismo tiempo, los representantes que salgan hoy elegidos deben formar parte de la solución puesto que representan el mandato del pueblo soberano. Nada ni nadie puede denostar una democracia conseguida con tanto esfuerzo, y la máxima expresión es esa cita con las urnas por reiterada y cansina que resulte en una primera lectura. Debemos afrontar, sobre todo, las sombras que se ciernen hoy sobre un estado de Derecho construido desde la concordia y la reconciliación. Por muchos defectos que puedan achacársele y por amplio que sea el margen para mejorarlo, solo cabe responder con el voto y la participación. Desde luego, habrá que pedirles luego a los elegidos que ejerzan después como merece esa responsabilidad asignada, pero la abstención, aún siendo un derecho legítimo, solo aportará leña al incendio de la inestabilidad que nos arrasa desde hace años.

Quedarse en casa servirá únicamente como muestra de una pataleta estéril, y desde luego, no contribuirá en nada a construir la sociedad del futuro que nos merecemos. Mucho más cuando todo apunta la llegada de una nueva crisis económica que habrá que acometer, en primera línea, desde las instituciones públicas. Los electores decidimos quiénes ocuparán ese lugar; por tanto, alto es el porcentaje de responsabilidad que nos ocupa en momentos tan decisivos como este 10-N.

Repitamos la lección de ciudadanía, respeto y convivencia de anteriores ocasiones, y hagámoslo una vez más, especialmente frente a aquellos que pretenden boicotear los frutos de nuestra historia más reciente con una actitud democrática ejemplar.

Una decena de candidaturas al Congreso y once al Senado esperan lograr la confianza de los electores en la circunscripción de Zamora. El espectro ideológico es amplio, y lo más triste en la campaña que nos ha traído hasta aquí, es que nada demuestra que la nefasta política de enfrentamientos vaya a tocar a su fin. Hace ya tiempo que la jornada de reflexión, introducida como punto y aparte para dejar al votante a solas con su conciencia, se ve coartada por la sociedad de la información que resulta a veces, también de la desinformación cuando se navega en el maremágnum de las redes sociales y se dan por ciertos datos y noticias falsas. Sin embargo, esa reflexión es muy necesaria para levantarse esta mañana y acudir a cumplir con nuestro deber democrático, con la esperanza de alcanzar la estabilidad necesaria para seguir adelante en un camino de concordia, más allá de las visceralidades que solo conducen a callejones sin salida. Ejerzamos nuestro derecho, ganado con el sacrificio de muchos, desde la responsabilidad y sin renunciar a la ilusión de que los resultados puedan arrojar, si quiera, un poco de luz, en este oscuro túnel que los zamoranos han dibujado en las encuestas previas.