(Los hombres son como los vinos, la edad estropea los malos, pero mejora los buenos).

De forma accidental, llegó a mis manos una revista editada hace varios años, donde se publicaban unas líneas referentes a la jubilación, y en ella leía "Quiero ser jubilado del trabajo, pero no de la vida" y créanme que su lectura me ha iluminado para escribir esta columna que tenía pergeñada dada la proximidad de mi jubilación del trabajo.

La jubilación en buen estado de salud y con una pensión digna es para todos los que lleguen a ella motivo de satisfacción de alegría, de definitiva, de júbilo, no es para menos, después de muchos años de trabajo y aportación al desarrollo y bienestar de la colectividad.

Durante nuestra vida activa todos, en general, hemos vivido buenos y malos momentos. Quedémonos con el recuerdo de los buenos momentos y olvidemos los malos.

En mi profesión, los plazos, vencimientos, señalamientos y demás cumplimientos, sometidos a "término", con la jubilación, espero que no existan y pensemos que los mejores momentos están por venir.

Hemos de tener muy claro, que una vez jubilados y después de muchos años de trabajo vamos a poder prescindir del despertador, o "chicharra" y , los mayores recordarán la Saga de los Porretas, al frente de la cual se situaba el patriarca, D. Segismundo Porretas, que con 80 años se dedicaba a vivir la vida.

La jubilación, según me manifiestan personas que ya disfrutan de ese estado de vida privilegiada, tiene la ventaja que no tendremos que vivir angustiados por lo que tenemos que hacer mañana, o preocupados por si es martes o viernes, sino vivir en plenitud lo que quiero hacer hoy.

Otra gran ventaja de ese nuevo estado es que permite olvidarte de los negativos, impertinentes, pesimistas, desagradecidos y de toda esa saga de aguafiestas que, durante tu vida laboral has tenido que soportar pacientemente.

La jubilación nos va a permitir llevar a cabo todas aquellas aficiones que durante nuestra vida laboral activa no hemos podido llevar a cabo con la intensidad que hubiéramos deseado. Cada persona sabrá cuáles son sus aficiones y deseos de cultivarlas, pues, ahora, una vez jubilados, no podrán ya decir, que "es por falta de tiempo", lo importante es saber aprovechar el tiempo libre y dedicarlo a lo que te guste y sea de provecho personal y para la sociedad.

Hay mil y una facetas que cultivar, la lectura, el estudio, el acudir a clase en la Universidad, matricularse en una Facultad, ampliar conocimientos en la Universidad de la Experiencia, en un Instituto Teológico, etc, etc, o acudir y colaborar en el ropero parroquial o en Cáritas Diocesana.

En las universidades de mayores, para su tranquilidad, no hay que examinarse y sus profesores tienen gran experiencia y los alumnos pueden elegir las materias que les sean más atractivas.

Hay que engancharse a la llamada cultura del aprendizaje, no vale quedarse en casa.

Digamos No a la depresión.

Mantengamos nuestra mente abierta y procuremos tener una buena jubilación y disfrutar de ella pero, por favor, no seamos egoistas y queramos hacer todo y nos atiborremos de tareas.

Solo cuando dejamos de luchar es cuando se envejece y muy, muy deprisa.