Acciones como la realizada por una chavala orensana, desde julio de este año responsable de la organización 'Rebeldía', juventudes de Podemos, es algo que no se puede tolerar, que no se puede consentir, que no se puede dejar pasar como si se tratase de una chiquillada. Resulta que esta chica, de nombre Sabela Rodríguez, y líder de las juventudes de Podemos, decidió robar un crucifijo del madrileño Colegio Mayor Moncloa para, posteriormente, publicar unas fotos polémicas en Instagram con el objeto religioso boca abajo acompañado con el texto "territorio conquistado". Son ganas de provocar, son ganas de hacer daño gratuitamente, son ganas de ofender los sentimientos religiosos de los millones de católicos españoles.

Qué fácil es para estos indocumentados tratar, por todos los medios, de ofender a los católicos, y digo 'tratar', porque no ofende quien quiere, si no quien puede y está chavala por mucho Instagram y mucho territorio que crea haber conquistado, ni fu ni fa. Se retrata ella sola y aunque sólo sea de boquilla ha obligado a sus correligionarios con un poco más de cabeza a disculparse. Si el hecho no se hubiera producido no tendrían que andar pidiendo disculpas. Podemos tiene mucha gente así en sus filas, y encima ocupando cargos de líder. ¡Dónde vamos con gente así tratando de gobernarnos!

Lo que son las cosas, el Colegio Mayor, que bien podría, no ha tomado represalia alguna contra esta valiente, contra esta bizarra y esforzada combatiente. Lo que digo siempre en estos casos. Van derechas al alzacuellos, al hábito, a la cruz, a las imágenes de la Virgen María en todas sus advocaciones, a los templos católicos, a las pequeñas y grandes capillas. Descuide usted que no se les ocurriría hacer algo así en una mezquita. No invito a que lo hagan, por favor, soy más respetuosa que todo eso. Sólo que comparo. Sólo que veo que siempre atentan contra los mismos: la Iglesia Católica, los curas, las monjas, e incluso contra este Santo Padre que nos ha tocado en suerte y que se confiesa a sí mismo de izquierdas. Un Papa que se encuentra más a gusto con Evo Morales que con Macri, con los Castro que con Piñera, presidente de Chile. Sabido es que Su Santidad no ha apoyado al episcopado venezolano, que ha declarado ilegítimo el gobierno de Nicolás Maduro. Alega la necesidad de una equidistancia que ha ignorado en demasiadas ocasiones. Ni el Santo Padre puede mirar hacia otro lado cuando los episodios en contra de los católicos y de sus símbolos se repiten con demasiada frecuencia. De unos se da cuenta enseguida, otros se silencian por motivos diversos. Lo de esta chica orensana se produjo después de que la chavala acudiese a un debate electoral en el centro religioso en cuestión, al que asistían miembros de todos los partidos políticos. La 'representanta' del grupo morado optó por robar el crucifijo mientras esperaba en una sala antes de que diera comienzo el debate sobre asuntos de actualidad. Y no conforme con eso realizó la lamentable puesta en escena que ya sabemos. Mientras para unos la cruz invertida es un símbolo cristiano para otros es un símbolo diabólico. Me quedo con su simbología cristiana asociada a San Pedro como signo de humildad en su acepción cristiana.

Siempre habrá una Sabela Rodríguez o una Rita Maestre con ganas de provocar o bien robando o bien desnudándose de cintura para arriba y profanando una capilla universitaria. Los universitarios españoles no se merecen compañeros como estas y los que en Cataluña impiden a otros estudiantes normalizar su vida académica. Un poco más de contención, de educación, de principios y de respeto no les vendría nada, pero que nada mal.