Es elemental que si tenemos una tarta de 2 kilos (2.000 gramos) para repartir entre 10 personas, puede ocurrir lo siguiente:

Opción A: La tarta se reparte a trozos iguales entre los 10 comensales. En ese caso cada uno tendría derecho a 200 gramos de tarta. Estamos, pues, ante lo que podríamos llamar un reparto "socialmente justo" de la tarta, y la fiesta transcurriría con armonía y alegría.

Opción B: Dos de las 10 personas imponen su fuerza y cada una se lleva 500 gramos (o sea, entre las 2 se cogen media tarta). Vamos como si fueran la clase alta. Luego hay 3 que se llevan 200 gramos cada una (total 600 gramos). Haciendo estos las veces, en la parábola, de lo que es la clase media.

Y las otras 5 personas (que encima son las que han hecho la tarta) tienen que repartirse (a pelea limpia entre ellas) los 400 gramos que quedan. Siendo estos, evidentemente, el equivalente a la clase trabajadora.

Como esta segunda opción, de darse, es totalmente injusta, es de esperar que la fiesta acabe a palos o con muy mal ambiente. Porque, dos personas llevándose media tarta (1.000 gramos) y 5 teniendo derecho únicamente a 400 gramos para todos, es algo que si se reprodujera en el tiempo, acabaría en una Revolución, cuyo único móvil seria el reparto justo de la tarta.

Y en esa pelea, para hacer justicia, suponiendo que las 10 personas sean más o menos iguales físicamente, parece deducirse que la 5 maltratadas podrían vencer a la 2 abusadoras. Llegados aquí la pregunta es ¿Y por qué no se ha producido ya esa rebelión de dignidad, justicia y se acabó? Muy sencillo, porque esa tarta es mágica, ya que es una tarta que no para de crecer.

Siendo esa peculiaridad la que permite mantener el reparto desigual como si fuera justo (aunque no lo es). Lo que ningún humano soportaría, ni aceptaría, la injusticia de que 2 se llevaran media tarta y 5 menos de una cuarta parte entre todos, es una injusticia que hasta ahora se ha mantenido por lo siguiente: En realidad los 5 comensales que se tienen que llevar 400 gramos para todos (80 gramos para cada uno), en el fondo se conformarían con tener derecho a una ración de 200 gramos (que es el mínimo vital para disfrutar de la fiesta y que se haga justicia social, como vimos en la opción A).

Ante esto se ve que, si la tarta fuese siempre de 2.000 gramos, para que los 5 parias pudieran disfrutar de 200 gramos cada uno, tendrían que quitarles parte de sus raciones a otros (los de las raciones mayores).

Pero como la tarta es creciente, los ricos (llamados así porque se comen entre 2 media tarta rica) le dicen a los pobres (llamados así porque los pobres apenas van a probar tarta): "Mirad, si trabajamos entre todos, la tarta va a crecer y una vez que crezca ya veréis como todos nadamos en la abundancia". Con lo cual los 5 obreros trabajarán sin parar (ni poder parar) para que la tarta crezca y ellos puedan llega a la ración mínima justa (200 gramos).

Ocurre que la tarta crece a costa del planeta, y cuanto más grande es la tarta más pequeña es la Tierra. Así hasta que nuestro planeta colapse ya que la tarta está creciendo a costa de que la Tierra esté encogiendo.

Y añádanle a eso que los 10 comensales no paran de aumentar (en la Tierra ya somos 7.700 millones de personas). Esto es el cambio climático, que nos estamos comiendo el planeta, por aplicar un sistema económico (el capitalismo) cuya existencia está basada en un crecimiento continuo e imparable, de bienes a consumir y consumidores a comprarlos. Recuérdenlo, la tarta es creciente pero la Tierra es menguante. Cambiemos el sistema.