Somos un país de contrastes, pero también de irregularidades y contradicciones que, a fuerza de repetirse, llegamos a admitir como normales. Sin ir más lejos, los millonarios jugadores de fútbol pueden decidir no acudir a la llamada de la selección española y no pasa nada. Tales son los casos de los jugadores de la 1ª División, Marco Asensio (Real Madrid) y Gerard Piqué (F.C. Barcelona) que han dicho que no les interesaba ir con la selección sub-21 y la absoluta respectivamente. Y no ha pasado nada, ya que todo se ha reducido a que la Federación Española de Fútbol tomara nota. De manera que aquí paz y después gloria. Pero si el que se niega a participar en el entrenamiento de una selección autonómica es, o son, unos modestos jugadores de un club de 3ª División (Que realmente es la cuarta división en cuanto a categoría) entonces se les amenaza con retirarles la licencia para que no puedan jugar en ningún equipo durante unos cuantos años. Tal es el caso de seis jugadores del Zamora C.F que se han negado a ir a entrenar con una selección de jugadores de Castilla Y León, que participará, en su momento, en un torneo del que, solo los muy forofos han oído hablar alguna vez. Una muestra más de aquello de que hay que "castigar a los buenos, para ejemplo de los malos", o a "los pobres para ejemplo de los ricos", en lugar de lo contrario.

Hay en Castilla y León nueve provincias, siendo la de Zamora la peor tratada en todos los campos, desde el económico hasta el administrativo, pero para disponer de jugadores de fútbol a coste cero - ya que la FEF no paga un duro por ello - se le "quitan" seis jugadores por el "artículo 23", u otro parecido, a uno de sus clubes deportivos: cuatro veces más de lo que le habría correspondido, si se hubiera hecho el reparto de manera proporcional al número de provincias. Y es que existen en esta comunidad clubes potentes que, disponiendo de varios equipos, algunos participando en superiores categorías, salen apenas perjudicados por este mangoneo, al aportar un número menor de jugadores, reduciendo así el riesgo de lesiones y sobrecargas.

Pero así funciona esta sociedad, envalentonándose con los débiles y acojonándose ante los fuertes. Ahí tienen ustedes mismamente a las empresas del IBEX que han subido el sueldo un 6% a sus directivos, y se lo han bajado un 1,2%, de media, a los empleados. Y ya se sabe que cada uno de sus directivos - según ha publicado InfoLibre, sobre un informe de Oxfam Intermón - tiene unos ingresos equivalentes a los de 123 de sus empleados. Pero así está montado este tenderete. Eso no quita para que algunas empresas del IBEX, como determinados bancos, aconsejen aumentar el número de años que los trabajadores deben estar obligados a trabajar, para que puedan optar a la jubilación, mientras a sus empleados los están invitando a irse a casa un montón de años antes de llegar a ese tope que proponen.

Los peperos locales se han cabreado porque el presidente del Gobierno en funciones ha visitado Zamora dos veces en el último año. Tampoco les han gustado algunas de las cosas que ha prometido hacer si llega a repetir mandato, cuando lo más fácil hubiera sido contratacar con otros ofrecimientos. Claro que, si uno está acostumbrado a no cumplir sus promesas, no es difícil que llegue a pensar que los demás tampoco vayan a hacerlo. Bastaría tener un poco de paciencia y esperar que el devenir de los acontecimientos pusiera las cosas en su sitio para cargar con fuerza y, sobre todo, con rigor, contra los incumplidores, y en ese caso no les faltaría razón a los denunciantes, siendo elogiados por ello.

Y es que estamos en un país dado a hablar más de lo que hace mal el contrario que de lo que hace bien el propio. Así, en Madrid, donde se presume de tener el PIB y la renta per cápita más alta de España, existe mucha gente que vive en la calle, a intemperie, sin techo, ni medios dignos que garanticen su supervivencia, de los que no se dice nada, y lo que es peor, tampoco se hace, ya que cada vez se ven en mayor número sin que se observen medidas para paliarlo.

El número de indigentes aumenta y aunque sea una anécdota, no se puede por menos de dejar constancia, a modo de ejemplo, que uno de ellos haya recurrido a instalar una pequeña caseta, de apenas dos metros cuadrados, sobre la acera de la Calle Princesa, una de las más céntricas de la villa y corte, muy cerca de la Plaza de España. Allí vive (es un decir lo de vivir) un ciudadano desde hace varios años, con un buzón y una dirección, en el exterior del chiringuito, incluyendo el número de la calle, que permite poder dejarle la correspondencia.

Una muestra más de las contradicciones que tiene nuestro país, nación o reino, en el que todo cabe, incluso el presidente de un gobierno autonómico, que defiende a los provocadores del caos y el desorden, y ataca a la policía que trata de mantener el orden legal establecido. Un país de "tócame Roque" y unos ciudadanos cada vez más desorientados.