Le oí decir varias veces a un señor de El Pego que, en esta vida, una de las cosas más importantes era "morir con salud". Él, involuntariamente, claro, lo consiguió. Anciano ya, pero en plenas facultades mentales y casi físicas, una noche se acostó bien y ya no amaneció. Murió con salud y sin dar guerra, que era otro de sus deseos.

Me he acordado del señor Manuel ante la polémica que vivimos desde hace tiempo en torno a la Sanidad. Polémica que se ha agravado últimamente con ese plan-piloto-globo sonda-a ver qué pasa lanzado desde la Consejería de Sanidad a través de los medios de comunicación y con esas reacciones, demasiado abruptas, de PSOE y Podemos, y con declaraciones y propuestas de solución de todo el que pasaba por allí y que cree poseer el bálsamo de Fierabrás o los polvos de la madre Celestina. Y es que la Sanidad nuestra de cada día también puede morir con salud. Y me explico.

Partamos de la base de que la Sanidad española, también la de Castilla y León y la de Zamora, funcionan, en términos generales, bastante bien, mucho mejor, según los expertos, que la media mundial. Y casi gratis, algo que no pueden decir en bastantes países de nuestro nivel e, incluso, más ricos. Pero esta Sanidad tiene problemas serios, que se van agravando por dos factores muy de esta tierra: la despoblación y el envejecimiento. A mayor despoblación, más pequeños núcleos tiene que atender cada sanitario, sea médico o ATS. A más envejecimiento de la gente, más enfermedades y más agudas, menor posibilidad de desplazamiento, aumento de la soledad, dificultad (o imposibilidad) de manejar las nuevas tecnologías, necesidad de ir al consultorio cada día aunque solo sea para charlas con alguien y añadan ustedes lo que vean a su alrededor. E incluyan otro dato que suele pasar desapercibido, incluso para nuestras ilustrísimas autoridades, pero que repercute muy negativamente en el devenir diario de las cuestiones sanitarias: los continuos fallos de los ordenadores, las impresoras y la conexión a Internet.

Y, anda, explícale a una señora de 90 años que ha hecho el esfuerzo, entre frío y niebla, de ir a la consulta a buscar una receta que no puedes hacérsela porque falla el sistema. Y ocurre con frecuencia, cuenta más de un médico.

Y cuentan, asimismo, que muchos días, por acumulaciones, descansos posguardia, vacaciones, bajas, permisos, etc, tienen que ir a tres pueblos, a veces no cercanos, para ver a cuatro o cinco en cada localidad. O sea, que se pasan más tiempo en el coche que en la consulta. Y si no carbura el ordenador, pues....

O sea, que las complicaciones son muchas y la situación, muy complicada. Y más que puede ponerse debido, entre otras cosas, a que una gran mayoría de médicos (algo menos de ATSs) está al borde de la jubilación y no llegan sustitutos o no los necesarios. De ahí que nuestra Sanidad, esa que es la envidia de muchas naciones, pueda morir con salud, hacer crac. Y más si algunos partidos se empeñan en rebajar impuestos a quienes sí pueden pagarlos. ¿De dónde saldrá el dinero para hacer frente a los elevadísimos costes de una Sanidad cara pero, ahora, casi gratis para el ciudadano?, ¿los mismos que abogan por bajar impuestos están dispuestos a pagar las medicinas a su precio real o menos subvencionado?, ¿esa cantidad que dicen ahorrarse con el no pago les bastaría para abonar el coste de una operación que actualmente afronta en solitario la Seguridad Social? No me respondan ahora; esperan al 10-N.

Así las cosas (y especialmente el futuro) la Consejería de Sanidad, y eso hay que agradecérselo, ha decido coger el toro por los cuernos. Pero se arriesga a una cornada gorda. El famoso plan-piloto para Aliste, o lo poco que sabemos de él, falla, a mi juicio, en algo esencial: el conocimiento del terreno y de la situación. No es lo mismo plantear soluciones para un barrio de una ciudad o para una cabecera de comarca que para aldeas diseminadas por zonas montañosas y con malas carreteras y peor Internet. ¿Cómo someter a ancianos a horas de tortura y espera en un autobús para llevarlos a los consultorios de referencia?, si ahora esos consultorios tienen el espacio y los medios justos, ¿cómo concentrar allí más médicos y más consultas?, ¿por qué cargar sobre los enfermeros responsabilidades en los centros de salud que no les corresponden? Creo que el citado plan debería contemplar todas estas vertientes y hacerse pisando el terreno con aportaciones de todos. Ninguna sobra. Por eso PSOE y Podemos no deben dar más portazos. Y la consejera tiene que dejar de acusar a otros de politizar la Sanidad. Aquí, y más en periodo electoral, se politiza hasta el aire. Pero lo hacen todos, incluida ella.