La palabra dudar en castellano presenta diversos significados, entre los que destacan, no estar seguro de alguien o de algo, no decidirse por alguien o por algo y también, sospechar de la honradez de una persona.

Y la palabra honradez es sinónimo de integridad moral, cualidad que poseen los que hacen lo correcto.

Si ustedes leyeran la obra, El jardín de las dudas, escrita por Fernando Savater, comprobarían que la duda sobre la integridad moral y la sospecha son temas que se relacionan y analizan en la misma.

Se desarrolla en el siglo XVIII, el llamado Siglo de las Luces, como símbolo de la razón frente al fanatismo o de la Ilustración, en el cual los hombres intentaban a través de la cultura y del estudio conseguir un mundo mejor, más igualitario y justo. Es el siglo donde se inicia la llamada crisis de la conciencia europea, ya que todas las creencias y convicciones de toda índole políticas, religiosas, filosóficas, científicas etc. se someten a discusión y gracias a ello, poco tiempo después, las antiguas estructuras acabaron siendo superadas.

Es así como surgieron ideas renovadoras que tienen que ver con la defensa de una recta actitud moral, con una aspiración al perfeccionamiento, con un deseo de renovación intelectual y con el cumplimiento del deber. Con lo que se consiguió una evolución impensable en la retrógrada sociedad de la época.

Es ahí donde se sitúa la acción de la novela Savater y para ello escoge como protagonista a un filósofo llamado Voltaire, valiéndose del género epistolar (con cartas apócrifas), para dar más realce a la ideología que al aspecto emocional. Recordemos que se conservan más de veinte mil cartas escritas por Voltaire.

Y lo que pretende Savater difundir en la novela son las grandes líneas del pensamiento del siglo ilustrado, el cosmopolitismo, el racionalismo, una ética universalista, el hedonismo, las libertades públicas, todo lo cual el escritor español ve peligrar en el mundo actual.

La estructura es sencilla y fue muy usada por los autores del citado siglo, baste recordar Las cartas persas de Montesquieu o Las cartas Marruecas de Cadalso.

El argumento también es simple, una mujer francesa Carolina de Beauregard, casada con un español y convertida por ello en Duquesa de Montoro, se aburre en el Madrid de la época y lo considera un pueblo lleno de moscas, mierda, rezos, hembras sin cerebro, gañanes, bandoleros y espadachines matadores, y decide por ello escribirle a Voltaire para que alivie su hastío y le cuente su historia, a través de la cual se irá desvelando todo su pensamiento, sus errores, su destierro, sus encarcelamientos y su posición ante la vida y la sociedad que le tocó disfrutar y sufrir.

La filosofía de Voltaire se resumía en un vivir la vida con sensatez, con sentido común, con la aplicación de unas leyes justas. Defendía la sabiduría como camino de perfección y sus palabras delatan a un ser tolerante, racional y benevolente con los seres humanos.

Para el autor el futuro debe sustentarse básicamente en tres pilares, en el humanismo, la tolerancia y la fe en la educación como motor del progreso y de la libertad.

En una de las cartas relata su enfrentamiento con el caballero de Rohan, con el que Voltaire tuvo un sonado altercado, origen de su exilio inglés y afirma: "En nuestro país tenemos por digno de veneración a cualquier parásito como el miserable Rohan-Chabot, cuyo único timbre de gloria es ostentar un apellido ilustre que le permite cometer impunemente las peores felonías, sin servir de nada a la riqueza de su nación, ni a la utilidad de los ciudadanos. Y en cambio se mira con menosprecio a comerciantes emprendedores, cuya actividad aumenta la prosperidad del estado y proporciona a los particulares las cosas necesarias para hacer la existencia más dulce y cómoda".

Y esas ideas antiguas vuelven a tener sentido, porque muchos de nosotros como Savater, vemos peligrar los derechos y libertades del mundo actual y no estamos seguros de lo que dicen los que nos gobiernan, que no dan un palo al agua, y por todo ello, no sabemos por quién decidirnos, porque además sospechamos de su honradez. Por eso tienen gran vigencia las palabras de Voltaire, recuperadas por el filósofo español para que volvamos a ser críticos con quienes carecen de integridad personal y moral, porque no hacen lo correcto.

Voltaire pensaba también que "Es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado", porque estamos venerando a parásitos, que ni sirven a la riqueza de la nación, ni buscan la utilidad de los ciudadanos. La sabiduría y la integridad han sido sustituidas por la palabrería que se ha erigido como la reina de la propaganda.

Una vez más, la historia se repite.