En pleno fragor de la 'contienda' catalana, cuando Barcelona ardía, eso sí, democráticamente, mientras Kim Jong-um Torra, arengaba a las tropas del tsunami y demás organizaciones independentistas que han empleado la violencia, y contaba a la prensa extranjera que los independentistas son pacíficos y que los revoltosos eran infiltrados de la Policía Nacional, a la que han agredido como nunca se había visto, los colegios públicos catalanes se encargaban de adoctrinar a sus alumnos, cuántos de ellos niños y adolescentes, conminándoles, a través de una circular, a ir a la huelga "contra la represión franquista". ¡Increíble, pero cierto! Después de cuarenta y cuatro años desde su fallecimiento, nunca Franco ha estado tan vivo y tan en la mente de todos como ahora. Franco vive. Incluso puede volar en helicóptero si el tiempo acompaña. Franco está presente en la vida de España y de los españoles. De los que están a favor y de los que están en contra. Desde que el inefable Rodríguez Zapatero abriese la caja de Pandora, Franco ha sido una constante en la vida de los españoles. Sánchez llegó para rematar, no el recuerdo de Franco que lo han avivado, si no los despropósitos de ZP.

El peor presidente del Gobierno de España, lo fue en todos los órdenes y sentidos, salvo para subirse al carro de las prebendas postpresidenciales que se reparten los que un día fueron y ya no son, en algunos casos afortunadamente. Por si alguien tiene algún atisbo de duda, basta recordar la entrevista publicada por El Mundo en abril de 2006, en la que el periodista, Pedro J. Ramírez, pregunta a ZP: "¿Se sentiría responsable si dentro de 10 años Cataluña inicia un proceso de ruptura con el Estado?", a lo que el iluminado responde sin titubeo alguno, "Dentro de 10 años España será más fuerte, Cataluña estará más integrada y usted y yo lo viviremos", ¡Glup! Lo clavó, pero al revés. No fue el único 'acierto' de la larga entrevista, lo que entonces, y sobre todo ahora, pone de manifiesto las pocas luces políticas del ex presidente Rodríguez Zapatero.

La España fuerte tanto política como económicamente es una quimera. Veo a España más vulnerable que nunca. La UE acaba de darnos buenos tirones de orejas que, desde el Gobierno en funciones, tratan de minimizar a través de la voz autorizada de la ministra Calviño por incumplir las reglas fiscales europeas. Lo cierto es que la Comisión Europea ha advertido en una carta que el borrador presupuestario enviado por España a las autoridades comunitarias corre el riesgo de incumplir las reglas fiscales europeas. En cuanto a Cataluña, ya hemos visto el resultado. Lo único cierto y verdadero que dijo Zapatero en aquella entrevista que puso bien a las claras sus deficiencias, es que Pedro J. y él mismo, lo verían, no lo que vaticinó pero sí todo lo que ha sucedido y por suceder.

La obsesiva fijación de Sánchez, Calvo y el resto de ministros de su gabinete, por Franco, ha degenerado en esas circulares en la que se miente a niños y adolescentes, resucitando la España franquista. Niños, adolescentes e incluso adultos que no saben ni quién fue Franco. Mientras se habla de Francisco Franco, no se habla de la blandita sentencia del Supremo contra los golpistas del separatismo catalán. Mientras se habla de Franco no se habla de la humillación que el independentismo está haciendo permanentemente a España y a los españoles. Como tampoco se habla de la débil Justicia española, de los pactos que pondrán al desnudo el doble rasero del gobierno en funciones. Mientras se habla del muerto se permite que unos cuantos vivos, muy vivos, sigan campando por sus respetos.