Junto a la pared de lo contemporáneo está la enredadera de la tendencia. Es difícil ver con ilusión al preguntarle a los ojos por el desencanto... ¿Y qué es el desencanto? ¿La hojarasca que cubre sin elegancia el jardín de la vida? Probablemente sí.

Estamos rodeados de mediocridad, no sean condescendientes y piensen; a día de hoy (todo, absolutamente todo, es un pretexto para montar camorra) la gente sin personalidad se deja llevar por agitadores de medio pelo y se desdeñan, a diario lo vemos, por el terraplén de lo absurdo, ridículo e incoherente. Qué horror ver a tanta gente infestada por la gangrena de la estupidez... Unos días nos dicen que los gallos violan a las gallinas, otros que todos los varones son maltratadores. Y así, sería largo de enumerar, un montón de cosas más. Efectivamente soy mujer, pero no me siento identificada con el feminismo actual, ni de coña...

Me fascina contemplar la biografía de Simone de Beauvoir, su lucha me representa, creo que si hablamos de feminismo en el siglo XX, ella es el mayor exponente. Su legado, ahí está, es el esplendor de una mujer que pensó. Pero claro, Simone jamás demostró ser decadencia intelectual: al contrario, su cabeza estaba muy bien amueblada y su revolución era la fuerza de lo pensado... El respeto, humilde opinión, es un rango que se gana con la prudencia; la palabra, en los tiempos que corren, es la "guerrera" que suele tener el valor en la punta de la lengua. Y para de contar...

Hay muchas mujeres, que consignan el daño que le hacen a otras mujeres junto al silencio, es paradójico hablar de determinadas cosas e intuir que en muchas ocasiones el peor enemigo de una mujer es otra mujer, no un hombre. Díganme, ¿qué hacen muchas mujeres con otras mujeres? Ya sé lo digo yo: verdaderos despropósitos. La suegra crítica a la nuera, la vecina a la vecina, y así... Luego están las que por envidia difaman, las que por celos creen que le van a quitar al marido, las que no soportan el crecimiento profesional de la compañera de trabajo, y las que no te conocen, pero por ser rubia o morena, ya le caes mal (sonrío).

A veces pienso que las mujeres, para atenuar nuestra maldad, señalamos con fijeza a los hombres. A día de hoy a ellos se les mira con severidad, claro, nosotras somos santas...