Toro cierra hoy sus Fiestas de la Vendimia, colofón festivo de la cosecha que este año ha concluido con menos cantidad de uva, pero todo apunta a que la calidad del vino será muy alta. Esa excelencia creciente es la base del enoturismo, un fenómeno que apunta muy alto en el poco tiempo transcurrido desde que se puso en marcha de forma oficial el proyecto Rutas del Vino. Desde su presentación en 2018, ya dos de las denominaciones, Toro y Arribes, están inscritas en el organismo que controla el sector en toda España al que están suscritas tanto las principales DO como los establecimientos ligados a bodegas y la hostelería, la asociación Acevin.

El enoturismo ha experimentado un crecimiento más que notable en los últimos años, con un pico en 2017 que se mantiene con una ligera variación a la baja en los dos últimos años. La asociación, que recopila datos de visitantes e ingresos, calcula en más de tres millones de personas las que se mueven cada año atraídos por las actividades ligadas al vino en las distintas zonas productoras, lo que supone un impacto económico cercano a los 500 millones de euros.

Los datos que corresponden a Toro y Arribes, aunque aún no aparecen medidas oficialmente por el organismo debido al escaso tiempo transcurrido desde la inscripción, apenas un año, invitan al optimismo. Son dos casos claros en los que todos los elementos juegan a favor, puesto que se conjuga la gastronomía con el atractivo de los parajes naturales y del patrimonio artístico.

Por centrar el punto de atención en la ciudad toresana que acaba de demostrar, una vez más, su capacidad de atracción para miles de visitantes con su Fiesta de la Vendimia, solo el Museo del Vino de Pagos del Rey supera las 12.000 visitas al año. La incesante programación de actividades culturales es otro de los puntos fuertes para concluir que, sin duda, el enoturismo es un sector destinado a tener peso propio en la economía de la comarca y, por extensión, de la provincia. Que, además, se trata también de un motor para bodegas y otro tipo de negocios lo demuestra el creciente número de socios que comenzó con cuarenta en el mes de febrero y ha superado ya los sesenta. Son datos con los que sacar pecho, sobre todo, porque demuestra que la idea funciona y que se ha dado con el modelo adecuado tras otras iniciativas que quedaron por el camino sin llegar a cuajar.

Todo ello, sin duda, será un aliciente más en la lucha que bodegas y viticultores tienen que librar por colocarse en un mercado al que amenazan tanto las medidas proteccionistas de algunos de los países exportadores, como Estados Unidos adonde se destina el 20% de las ventas al exterior de los vinos toresanos, como la contracción del consumo derivada de un posible enfriamiento de la economía mundial.

Las Rutas del Vino han recibido el apoyo explícito tanto de la Junta de Castilla y León, que lo enmarca como línea prioritaria de actuación, como de la Diputación de Zamora que destina a ellas una partida específica de sus presupuestos. Queda por desarrollar el proyecto en la DO Tierras del Vino, con la sede fijada en Villanueva de Campeán, aunque podría convertirse en la tercera de una misma provincia en figurar en la lista de Acevin donde Penedés, Rioja y Ribera del Duero, entre otras, tienen ya un turismo más que consolidado. Hablamos de cientos de miles de visitas anuales y el reto es acercarse lo más posible a ese objetivo, aún muy lejano en los casos citados, pero que, en otros, como en la vecina del Bierzo, pueden acercarse e, incluso, ser superados. Para ello, resulta imprescindible mantener los atractivos. Unos vienen ya "de fábrica": personalidad y calidad contrastada de los vinos que vienen recibiendo las más altas puntuaciones entre los gurús más afamados; entorno paisajístico que acompaña a los viñedos, así como el rico patrimonio que nos rodea. Pero también resulta igual de importante mantener ese ritmo de actividad cultural que haga de efecto llamada a un fenómeno que tiene ventajas como el poder adquisitivo de quienes lo practican y la desestacionalización. La propia Acevin hace hincapié en esta última característica. Las visitas a las distintas zonas vinícolas españolas se mantienen durante todo el año con un ligero descenso al inicio de la primavera.

También cuenta, indudablemente, la promoción, y en este sentido hay que reconocer que las instituciones se han volcado en ferias y en presencia en otras provincias para dar a conocer las Rutas del Vino. Tal vez nos queda una asignatura pendiente que podemos resolver entre todos: creer en nuestras potencialidades y convertirnos, cada zamorano, en embajador de nuestros productos y de los atractivos de nuestra tierra. A la propia asociación española le llamó la atención un hecho durante la evaluación practicada en Toro. Uno de los requisitos que deben reunir los socios hosteleros es una presencia significativa del vino en sus cartas. En la localidad toresana el 90% de los establecimientos solo ofrecían vino de Toro. Esa es la militancia activa que ayuda, el verdadero apoyo social que permitirá desarrollarse a un sector que bien puede marcar el futuro en positivo de toda una provincia.