Existe un gran debate entre educadores, padres y comunidad sobre la utilidad de los deberes. Por un lado, están los defensores que opinan que los estudiantes necesitan tiempo para practicar lo que han aprendido en clase; por otro, aquellos que piensan que los deberes son una pérdida de tiempo y son perjudiciales, así que creen que las escuelas no deberían poner tareas para casa.

Muchos profesores, incluida yo misma, asignan deberes por presión externa, porque no dan más de sí para completar los contenidos curriculares o simplemente porque siempre "lo hemos hecho de esta manera"; a veces, sin tener coordinación con los otros profesores del mismo grupo para controlar la cantidad y prestando poca atención a la calidad o a la utilidad de la tarea encomendada.

Muchos padres relatan que pasan horas intentando ayudar a sus hijos, pero les resulta complicado por falta de tiempo, porque ven que los chavales no entienden el material, porque el niño le contesta: "así no me lo dijo la profesora", o porque, simplemente, no le ven ningún sentido a los ejercicios encomendados.

Las autoridades educativas no se pronuncian ni a favor ni en contra. No esgrimen argumentos que puedan resultar útiles para que docentes y padres tomen decisiones con criterio.

Me pregunto entonces, si no resulta más útil trasladar la cuestión en torno a deberes sí o deberes no, por la cuestión básica: ¿cuál es el valor de los deberes? Y es aquí donde entra en escena lo que Bishop y otros denominan flipped classroom o aula invertida.

¿Qué pasaría si pudiéramos hacer las "cosas difíciles" en clase, en presencia del profesor experto y usar un poco de tiempo en casa para que los niños preparen la clase del día siguiente? La investigación nos dice que el estudiante aprende mejor cuando piensa de forma efectiva sobre la materia que está aprendiendo; aprendizaje y pensamiento no son dos entes independientes y distintos, si el estudiante piensa para aprender, aprenderá a pensar, y con un el enfoque de aula invertida, se reparte mejor el tiempo de que disponemos para ello.

Aunque hay diversas formas de flipped classroom, la idea central es que los estudiantes interactúen con el material introductorio en casa antes de venir a clase. Una de las formas es entregar el contenido básico a los estudiantes al inicio de una unidad a través de un video instructivo que se ve en casa y que reemplaza la instrucción directa; puede ser en formato de animación, de reportaje, de presentación del propio maestro, dependiendo de los recursos disponibles e imaginación del propio profesor; el uso del vídeo en youTube, TV u ordenador personal, tiene ya una motivación añadida para el chico y sobre todo, le permite ver el contenido en el contexto real de uso; por ejemplo, si van a estudiar los volcanes, el chico puede ver los distintos tipos asociados con el paisaje y las condiciones geográficas, que pueden obviarse en el texto del libro; si estudian el modo subjuntivo, puede ver su uso real en una conversación en diferentes situaciones comunicativas reales y no sólo aprender la forma gramatical y aplicarla en frases. Lo importante es que el estudiante mientras lo visiona, le van surgiendo dudas y preguntas, (si son de edades tempranas, el profesor puede facilitarles un guión de visionado). Al día siguiente, el tiempo de clase se inicia con una pequeña puesta en común introductoria que hacen los propios estudiantes sobre lo que han visto y el profesor dedica el tiempo a aclarar las dudas surgidas, conceptos erróneos, el análisis de las preguntas que le hayan surgido a los chicos en casa durante el visionado y vertebra la clase en torno a ellas.

Los deberes tradicionales, en muchas ocasiones, no ayudan a desarrollar la curiosidad, se dan sin contexto, son demasiado fáciles o demasiado difíciles o irrelevantes y se convierten en un mero ejercicio de cumplimiento para el estudiante y de control para el profesor. Al mismo tiempo, este dedica una gran cantidad de tiempo de clase a transmitir y narrar contenidos y a la práctica mecánica, cuando el chaval no ha tenido apenas tiempo para procesar completamente y, por ende, comprender toda esa información. Por ello, las ventajas de una case invertida parecen claras para el estudiante:

1. Tiene un papel activo desde el inicio, porque la clase se hace con sus dudas y preguntas, y así el tiempo en el aula se usa para "manipular" el contenido con proyectos, investigación, debates y otras actividades interactivas.

2. Desarrolla autonomía porque no depende solo de lo que le diga el profesor para luego reproducir, sino que piensa sobre el contenido y se da cuenta de lo que necesita para profundizar sobre el tema en lugar de meramente reproducirlo o memorizarlo y así poco a poco puede aportar ideas que se le hayan ocurrido durante el visionado.

3. Aumenta su capacidad de comunicación efectiva cuando debe contar al resto de compañeros lo que ha visto de una forma estructurada.

4. Facilita la transición del rol del maestro a una orientación.

Evidentemente, este enfoque (que no método) no funciona automáticamente, porque es en realidad un cambio de paradigma educativo. Los estudiantes necesitan más tiempo analizando y evaluando la información y para eso necesitan al profesor presente, mientras que el tiempo de casa se puede reducir a tareas cortas y sencillas de preparación. La clase es un lugar donde se viene a hacer cosas, no solo a escuchar, porque aprender significa aprender a profundizar y a establecer relaciones, pero de cómo hacemos eso, trataremos en el próximo encuentro.