"No dejaré que me hablen mal de la guerra. Dicen que destruye a los débiles, pero éstos revierten también en la paz. Lo único que pasa es que la guerra alimenta mejor a mis hijos", dice Madre Coraje en uno de sus soliloquios, como máxima de un materialismo que le permite subsistir y defender a su prole en una perra vida que consiste en ir tirando de un carro de venta ambulante portando viandas, ropas y cachivaches que le sirven de modus vivendi, ya que es lo único de lo que dispone para supervivir en medio de dos guerras y de la paz que las separa, en un descarnado escenario que va contemplando la degradación de los personajes.

Esa función, escrita por el alemán Bertolt Brecht, en 1939, o lo que es igual entre las dos guerras mundiales, está inspirada en un personaje real sacado de una obra picaresca del siglo XVII, ambientada en la Guerra de los Treinta años, durante los enfrentamientos entre católicos y protestantes. Brecht, hijo de padre católico, fue objeto de persecución por parte de Hitler, y prefirió el teatro épico al dramático, al objeto de romper con la dramaturgia que se hacía en aquellos años decidió que sus escenas no fueran lineales sino aisladas, de manera que las unas no fueran referentes de las otras.

Ernesto Caballero en su despedida de la dirección del CDN, ha montado esta función en el Teatro maría Guerrero de Madrid, haciendo uso de una ambientación atemporal, y destacando, principalmente, la lucha por la supervivencia, apoyándose en la medida interpretación de la actriz Blanca Portillo.

Para Brecht, tan cierto era que "la guerra puede y debe abolirse" como que "ninguna causa está perdida si existe algún insensato dispuesto a pelear por ella". Pero las causas se siguen perdiendo, de manera que debe ser porque en la vida existen cada vez menos insensatos.

Es ésta una función que puede considerarse como un clásico del siglo pasado, como un salto hacia delante en estilo de escribir teatro y, en mayor medida, en la forma de presentarlo. Prueba de ello es que el director de cine y teatro, el ruso Eisenstein, contemporáneo suyo, también optó por seguir caminos similares. Lo cierto es que sea por esta o por otras causas, se trata de una obra cuya representación se repite con cierta frecuencia. En Madrid, sin ir más lejos se recuerdan otros montajes sonados, uno en 2010 en las Naves del Matadero, puesto en escena por Gerardo Vera, en versión de Buero Vallejo, con Mercè Aranega como Ana Fierling, y, sobre todo, el de 1986 de Lluís Pascual, con Rosa María Sardá, a la que acompañaban nada menos que Juan José Otegui, Manuel Alexandre y Carlos Hipólito.

Las Madres Coraje existen, y continuarán existiendo, porque el afán de supervivencia es algo natural en los seres humanos, y también las dudas y debates internos, sobre lo que debe hacer o no hacer en cada momento resultan inevitables. De manera que, en mayor o menor medida, los humanos continuaremos defendiendo, a nuestra manera, a la prole, aun a costa de equivocarnos o de pasarnos de egoístas en ocasiones. Por otra parte, las guerras no han llegado a desaparecer, porque el mundo no se acaba en Europa, y en multitud de países continúan matándose como lo hacíamos nosotros hace años, siglos o milenios, sin compasión, con la imposición de la fuerza, para que el poder quede en manos de quienes cuentan con más medios para detentarlo.

A Madre Coraje la guerra le asegura la supervivencia porque así puede vender mejor sus cachivaches y le permite poder comer, pero se da la paradoja que esa supervivencia se produce a costa de ir perdiendo a sus hijos, uno a uno, hasta acabar sola, arrastrando su carro hacia alguna parte - más o menos como cualquiera otra persona que hace lo que puede para salir adelante - sin importarle ir cambiando de ideario cuando le resulte necesario, en su caso, en función que fueran los católicos o los protestantes los que dominaban la situación.

La historia de Ana Fierling, o Madre Coraje, dicen que se produjo en el S.XVII, cuando la Guerra de los Treinta Años, pero "el sistema económico, antes y ahora, se encuentra basado en la lucha de todos contra todos, y necesita la guerra" - como dice Ernesto caballero - por eso la volvió a recrear Brecht en el siglo pasado, y se puede representar ahora, en cualquier momento, porque, desafortunadamente el mundo apenas ha cambiado, y las Madres Coraje siguen existiendo.