Todo el mundo sabe que los primeros espadas de los partidos no siempre actúan de acuerdo con sus deseos, ni siquiera en concordancia con sus convicciones, porque están condicionados por quienes ostentan los poderes facticos, y por quienes les ayudan a financiar los aparatos de sus partidos. Los primeros espadas están rodeados de un equipo de técnicos y asesores, algunos especializados en distintas tareas, que les escriben los discursos que luego ellos leen. Los colaboradores y empleados se reúnen con sus homólogos de otros partidos al objeto de poder fijar mejor sus estrategias, permaneciendo invisibles ante los ojos del resto de los ciudadanos. Porque, al fin y a la postre, son los que cortan el bacalao, ya que redactan acuerdos y convenios y lanzan avisos a los contrarios al objeto de intimidarlos. De manera que los altos cargos se enteran al final de cada proceso, de cómo ha quedado redactado lo que tienen que decir, y si acaso, aportan alguna muletilla para que el discurso tenga que ver algo con su propia idiosincrasia. Todo ello envuelto en una aureola que aparente que saben de todo, que hacen como que no le sorprende nada, como si estuvieran al tanto de todo lo que ocurre en el mundo, incluida su comunidad de vecinos.

Ahora, en periodo electoral, nos encontramos en el momento en el que lo que predominan son los eslóganes y las descalificaciones que son cocinadas en los partidos, sobre los que la opinión de los técnicos no sirve de mucho, porque lo que prima es la publicidad y el marketing, de manera que son los magos, como Merlín, los que mejor pueden acuñar tales mensajes, entre los que se encuentran incluidas las chorradas que, a lo bobo a lo bobo, van calando en nosotros hasta que lléganos a hacerlas nuestras. Tan llega a ser así, que, a algunos, incluso les da por sacar banderas y pancartas y llenar las calles y lugares de reunión siendo protagonistas de una desproporcionada parafernalia de chunda chun y pandereta. Y es que a los electores nos ocurre como a los niños, que, si se nos engaña con algo, cuando pasa el tiempo resulta difícil convencernos de lo contrario.

Nadie puede esperar que los políticos hablen del "brexit" y de los aranceles de Trump, aunque amenacen con dar en la línea de flotación de muchas empresas, y afectando a la estabilidad de la economía, como también a las medidas a tomar para frenar el fenómeno de la despoblación, por lo que si algún partido tomara estos temas como bandera llevaría mucho adelantado. Pero lejos de eso, algunos ya han empezado en desunir lo que, por otra parte, en sus eslóganes dicen que quieren unir, preguntando si van a arder las iglesias como durante la II República, como ha hecho la presidenta de la Comunidad de Madrid, o ponerse del lado de los terroristas o presuntos terroristas que han sido detenidos por las fuerzas de seguridad, como el presidente de Cataluña, poniendo en solfa a determinadas instituciones del estado. Menos mal que cuando algunos abusan de lanzar fuegos artificiales la mentira acaba por esfumarse ella sola.

Como puede observarse, ambas declaraciones ofrecen gestos "conciliadores" para fomentar la unión entre los españoles. Tampoco ayudan mucho las declaraciones de la lideresa de Podemos, a la que he escuchado decir, esta misma mañana en una emisora de radio, que se mantienen en su posición proindependentistas catalanes y en su ataque a los socialistas - con los que dicen que quieren gobernar - tachándoles de incendiar Cataluña, por haber advertido sobre la posibilidad de aplicar el "155". Eso es cualquier cosa menos tender un puente al entendimiento, a no ser un puente como el del rio Kway, que llegó a volar por los aires. De manera que uno prefiere creer que durante un tiempo no ha llegado a escuchar nada, aunque le quede la duda que fuera porque el mensajero o mensajera estaba callado o callada o porque el tema interesaba tan poco que uno se había quedado medio ido, como si estuviera gozando de un periodo de hibernación.

No se quedan atrás los "Ciudadanos", quienes, para no perder la costumbre de despistar al personal, diciendo que hoy es negro lo que ayer era blanco, salen por peteneras diciendo que están de acuerdo con la presidenta madrileña, en la advertencia de lo de quemar iglesias. Y es que todavía no han debido reparar en que no es lo mismo dirigirse a los separatistas anti- constitucionalistas catalanes que a los que defienden la Constitución.

Por si fuera poco, en medio de esta ola de desconciertos, el presidente de la Junta de Extremadura ha dicho en un mitin que "este país necesita un gobierno estable, y ese gobierno, hoy por hoy, solo puede ser presidido por Felipe González", aunque luego rectificara diciendo que Pedro Sánchez, pero siempre quedará la duda de si fue un lapsus o si llegó a traicionarle el subconsciente.

Pues eso, que, aunque uno llegue a prestase a ver y oír éstas y otras cosas, lo cierto es que no llega a escuchar nada. Y menos mal que es así, porque de no serlo podría llegar a creerse que un discurso es lo mismo que una amenaza, y eso ya sería más grave.