Qué duda cabe que todos queremos que los demás se comporten hacía nosotros con educación, lo que implica respeto, consideración, consejo, ayuda, etc., es decir señorío en el trato, lo que nos permitirá llevar una vida más agradable, más armónica, más humana; facilitando la resolución, u orientación, de las "cuitas" y problemática que todos tenemos, etc., lo que nos impele, nos obliga, como decimos en mi pueblo, "a la recíproca"; y, a veces, a aplicar cierta "ley", para que quién no se porta como debiera, para que entienda su inadecuado comportamiento respecto a los demás y cambie, tarea bastante difícil por cierto, por no decir imposible, por aquello de la "cuadratura"

Ese "savoir faire", ese "fair play", ese "saber estar", ese "saber tratar", ese "sabe decir", ese "saber opinar", ese "saber aconsejar·, etc., por lo tanto, debiera presidir todas las relaciones con los demás, especialmente aquellas que "no hay más bemoles" que tenerlas como son con los apreciados y nunca bien ponderados "compis", y la queridísima familia; pues, con los demás, como pueden ser las supuestas, y muchísimas veces falsas, amistades, conocidos y saludados, pues sin más "preámbulos", se puede aplicar aquello de "ahí te quedas" si tuvieran un proceder indigno o grosero, cada vez más frecuente, hacía nosotros. Y es que se ha perdido el sentido del respeto, la consideración, hacía uno mismo, con tales procederes y hacia los demás; con la consecuencia de que la mayoría de nuestros semejantes tienen una reputación de "cero patatero"; por no aplicar el análisis matemático y decir de "menos infinito"; bien ganada y acreditada, por cierto; y con gentes de toda clase y condición desde profesores universitarios, odontólogas, políticos, gentes que comparten apellidos, personajes con relaciones de décadas, y demás "tropa", etc.

Uno de los muchos ejemplos, del grosero comportamiento del "personal", y para un observador un poco atento a lo que ve y a lo que oye, muy lamentablemente, por los momentos duros que implican para los deudos, suele darse en los velatorios, donde muchas veces se pregunta uno a que "demonios van determinados personajes"; pues ni dan el pésame y el saludo, ni se acercan a rezar si fueran creyentes, o presentar sus respetos y reflexionar ante la persona fallecida, o no se comunican con los familiares, o no se desplazan, o no acuden a la misa de "corpore insepulto", etc., cuando debieran hacerlo, por haberlo hecho antes con sus fallecidos, por cortesía, por humanidad, por correspondencia, por lógica, por sentido común, por educación; o también te hacen manifestaciones que no sabes a que vienen, e inoportunas siempre, y más si cabe en esos momentos, como "mejor que no te vean", y uno se pregunta pero que dice este majadero, aquí y ahora y a que "c...", se refiere, pues que sepa a nadie la persona aludida ha hecho daño, ni matado, otra cosa es que la verdad, sobre todo si se refiere a un comportamiento profesional público totalmente incorrecto pueda molestar, pues hagan bien su trabajo, cumplan la normativa, empezando por el respeto y consideración hacía la ciudadanía, y no surgirán opiniones que les molesten; u otros no comunican el pésame a los familiares, cuando ha sido público y notorio el fallecimiento del ser querido por haberse publicado tal hecho en la prensa, etc. "Consecuentemente" todo este "ganado" queda a la "altura del betún" alcanzando las máximas cotas de desprecio y, consecuentemente, de anulación de cualquier tipo de relación y comunicación en el futuro,; y hay muy buena gente, "buena bancada", donde elegir.

Y es que volvemos a lo de siempre, la carencia de la más elemental educación por la ignorancia, irresponsabilidad, sentido del deber, etc., de progenitores y maestros, como de la inexistencia del examen periódico y exigente del comportamiento propio hacía los demás, de no saber ni aplicar lo que es la empatía, lleva a este tipo de actitudes groseras e inaceptables, devaluándose profesional y personalmente, y procurando no volver, en la medida de lo posible, a tratar a tales "personajes". Son gentes desechables, por su proceder inaceptable y grosero; en situaciones, donde la categoría humana, si existiera, debiera ponerse de manifiesto, más, si cabe, que en cualquier otro momento de la vida.

Bien es cierto, también, menos mal, que acuden a tal "evento" personas que no las esperabas, que te sorprenden muy favorablemente por su presencia, por su llamada telefónica, por sus palabras de apoyo y pésame cuando te ven, por sus "whatsapp", cuando, por ejemplo, hace tiempo que has perdido el contacto, etc., lo cual siempre es de agradecer en tales circunstancias; manifestando su humanidad y categoría humana.

¡Arrieros somos...¡, y por las "despedidas" a nuestros seres queridos, todos, sin excepción, pasaremos, antes o después. Tengámoslo en cuenta, y parémonos a pensar un "poquito", ya que tanto presumimos, casi siempre sin fundamento, en nuestra" racionalidad", "inteligencia", "sabiduría", "simpatía", "saber quedar bien", "guapura", etc., y procuremos "ser personas de estimación y crédito" con "seducción a través de nuestra forma natural de ser y de estar"; lo que precisa examen de conciencia, afán de superación, compararnos con los mejores y; a través del esfuerzo, del trabajo bien hecho, del cumplimiento escrupuloso de nuestras obligaciones, de la entrega y respeto a nuestros semejantes, de la observancia seria de las leyes, de conocer nuestras limitaciones económicas y adaptarnos a ellas, y del saber hacer profesional y personal; superarlos, para bien propio y de la sociedad de la que formamos parte y a la que nos debemos.