En un precedente artículo exponía las razones que hubo para el cambio del acceso principal de la Catedral, así como de la forma radical de como se hizo. Otras medidas complementarias tuvo que tomar el Obispado para que estuviese fuera de duda el objetivo de marcar la preferencia compositiva al nuevo acceso renacentista. Así se entiende también, lo que pudo significar la creación de una nueva edificación que arrancaba en sentido ortogonal con la fachada principal de la Catedral. Este pabellón, llamado tradicionalmente "la Casa de los Gigantes", sirvió para usos variados de almacenamiento y configuraba un espacio de plaza, prolongación del atrio, marcaba los límites del espacio del parque contiguo. El Obispado actuó en este espacio público ampliando la superficie construida con este edificio de almacén, nada acorde con la imagen que prometía el vecino y nuevo pórtico renacentista. Y con respecto al espacio del Parque y Castillo, aumentaba su grado de confinamiento y con ello, su desconexión de la trama urbanística de la ciudad. Todo eso iba a depreciar el valor del espacio público con esta edificación de uso subsidiario. Existían precedentes de cómo este tipo de actuaciones en la ciudad, habían servido para configurar nuevas extensiones de suelo urbano a partir de la parcelación ajustada a las nuevas tipologías comerciales de edificación masiva del nuevo Casco y de cómo estos sobrantes daban espacio para usos como cuadras, paneras, cocheras y de servicios, que se definían como accesorios de los comercios de la vía principal. Los nombres de las calles secundarias para estos accesos se llamaban callejones y expresaban su bajo rango urbano. No sé si siguen existiendo hoy en día las calles Abrazamozas, El Conejo, El Fresco...Todavía no se entiende la decisión de cómo municipio e Iglesia pudieron olvidarse del uso que se debía a ciertos espacios y usos emblemáticos de la ciudad. Y nos hacemos esta pregunta: ¿Cómo se puede erigir una edificación para dependencias del templo entre dos espacios que son públicos y con un trazado autónomo que modificaba los límites marcados desde lejanos orígenes de su primer núcleo de ciudad? Podríamos entender una razón política como de hecho lo ha sido en que toda la historia es un continuo proceso que lleva al confinamiento de nuestro Castillo y que, después de tales vaivenes no hayamos podido llegar a imaginarnos lo que fue en su origen la Corte de la malograda Urraca y de tratar de buscar un digno uso y restañar las heridas que ha erosionado el olvido.

Volviendo a nuestra realidad de Parque y Castillo confinados: Una solución para corregir tan inexplicable política y cumplir con los nuevos objetivos que una ciudad moderna podría exigir a este núcleo alrededor del cual germina la urbe con un marco de actividades con capacidad de generar actividades que despierten el interés de sus visitantes y sede de las instituciones culturales y sociales de la ciudad. Un programa de actuación, para cambiar la deriva de este entorno, sería muy concreto y limitado porque partiría de la creación de un nuevo bloque de edificación en el espacio ocupado del viejo almacén, pero con particularidades como la de contar con una planta baja de soportales que dote de la suficiente trasparencia para que visualmente al espacio de la plaza actual esté en continuidad con la frondosidad del parque. En esta planta baja se situaría una cafetería de paredes acristaladas que se convertirían en el principal atractivo para tertulianos locales y turistas trabajados por el viaje. Parte de la planta baja se destinaría a galería comercial con un sótano. La planta alta se dedicaría a actividades de interés cultural o de equipamientos sociales. La planta baja, aseguraría la continuidad espacial de los espacios públicos, hoy día estancos ¿Verdad que la actual plaza se vería enriquecida con la visión del parque a través de la columnata de los soportales?

Hay que contar con los problemas que suscita cualquier intervención que se aparte de gestión diaria del Plan. Instrumentos tiene el Ayuntamiento para irlos resolviendo. También será decisiva la postura de la Iglesia y que habrá que compensar. Con todo, esta pequeña intervención urbanística encierra una serie de cambios que darán una calidad superior a un entorno nunca tratado de acuerdo con la valía de su historia y de sus componentes urbanos.