Es evidente que el secesionismo catalán está en vía muerta, pero es un convoy con demasiada gente dentro como para dejarlo sine die en el apartadero. Del otro lado, regresar del refulgente esplendor de la quimera al cansino catalanismo de siempre será como volver a un lunes que se presenta eterno tras haber vivido unas vacaciones que parecían también eternas. Así que hay que ayudar, y cambiemos de tropo: España ha sorteado una gravísima dolencia, pero no puede pensar que todo será igual que antes. Siendo realistas, del lado de acá (España-resto), aunque tras superar el mal supremo la dolencia se degrade a enfermedad crónica, debemos saber que el paciente somos todos, ellos y nosotros, y del lado de allá (Catalunya) deberían pensar que, puesto que seremos vecinos de cama mucho tiempo, lo mejor será llevarlo con humor y el seny aquel que tenían antes de ponerse heroicos.