España ha pasado a ser el leitmotiv electoral de noviembre. El mantra nacional esta vez no lo emplea únicamente la derecha. La izquierda también se ha sumado con dos maneras retóricas de expresar su modo de concebir el patriotismo. Errejón, Más País; Sánchez, Ahora España. Para los detractores del Presidente en funciones, Ahora España se traduce simplemente en luego no se sabe y mañana lo que sea. Pero Sánchez ha pasado al contraataque para diferenciarse de la desbandada podemita recalcando que el PSOE encarna a la izquierda que no se avergüenza de la palabra España.

Para ganar las elecciones el candidato socialista sabe que españoleando no lo pueden adelantar por la izquierda pero tampoco por la derecha. Por eso ha elegido la fórmula España que mantiene a raya a los que reniegan de ella, por un lado, y por el otro, a los que la reivindican hasta en la sopa. Para estos últimos está dispuesto a utilizar el tiro al blanco en Cataluña. Amaga con la aplicación del 155, mientras que, para contrarrestarlo, Casado exige la intervención de las cuentas de la Generalitat y aplicar desde hoy mismo la Ley de Seguridad Nacional con el fin de ilegalizar a los partidos cómplices con la violencia de los independentistas. Viajar al centro, en las actuales circunstancias, significa viajar a la guerra. Sánchez ya lo está haciendo, decidido a que nadie lo adelante en la reivindicación de España después de haber titubeado y enrollado como las persianas con el concepto de nación de naciones. Se desconoce hasta dónde está dispuesto a llegar y de lo que es capaz para seguir siendo el principal inquilino de la Moncloa.