"Donde hay caridad y sabiduría, no hay miedo ni ignorancia. Donde hay paciencia y humildad, no hay ira ni preocupación". San Francisco de Asís.

El próximo día 4 de octubre celebramos, un año más, la festividad de San Francisco de Asís, santo conocido y querido por todos. Su vida ejemplar está basada en la humildad, la sencillez, la pobreza absoluta y su gran espiritualidad. Todas estas cualidades hacen que sea un santo con cantidad de adeptos, creyentes y no creyentes.

San Francisco de Asís tiene un atractivo especial porque en sus plegarias elogia constantemente la grandeza de Dios y continúa con la belleza y las bondades del sol, de los astros y animales a los que se dirige y alaba como hermanos. Para el hombre por su humildad reclama el perdón y siempre la dignidad de la muerte a la que llama hermana.

La oración de san Francisco de Asís es digna de leer, porque refleja su propia vida, sus vivencias, su humildad, su sencillez, su bondad.

Es una persona que vive el evangelio en estado puro, al lado de los más pobres, amando a sus hermanos y a la naturaleza hasta el extremo. El único bien de San Francisco de Asís era la pobreza y su humildad extrema.

La gran virtud de san Francisco de Asís está recogida en una de sus frases más conocidas: "La verdadera enseñanza que transmitimos es lo que vivimos; y somos buenos predicadores cuando ponemos en práctica lo que decimos".

El saludo franciscano es Paz y Bien.

Cuando estoy escribiendo estas líneas, en la emisora Radio María, escucho un programa sobre el padre Maximiliano Kolbe, discípulo de San Francisco de Asís, que dio su vida por un extraño y amó a sus perseguidores dándonos con ello un ejemplo de amor.

San Francisco de Asís nos enseñó su oración:

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:

donde haya odio, ponga yo amor,

donde haya ofensa, ponga yo perdón,

donde haya discordia, ponga yo unión,

donde haya error, ponga yo verdad,

donde haya duda, ponga yo la fe

donde haya desesperación, ponga yo esperanza,

donde haya tinieblas, ponga yo luz,

donde haya tristeza, ponga yo alegría.

Oh, Maestro, que yo no busque tanto

ser consolado como consolar,

ser comprendido como comprender,

ser amado como amar.

Porque dando se recibe,

olvidando se encuentra,

perdonando se es perdonado,

y muriendo se resucita a la vida eterna

Amén.

San Francisco de Asís es un santo sencillo, su vida se basa en vivir según el evangelio.

San Francisco de Asís intercede por nosotros y por la conservación de la naturaleza.