Por favor, ruego encarecidamente a quien corresponda que, cuando llegue el momento, no ensucie mi buzón con propaganda electoral. Para tirarla yo directamente a la basura o a la papelera, que sean los responsables del envío quienes lo hagan directamente. No quiero leer más mentiras. No quiero ver los rostros, siempre los mismos, de quienes van a colocarse otros cuatro añitos, si la cosa sale como prevé Tezanos, en el Congreso o en el Senado, a costa de mi confianza. Como la tengo perdida que se dejen en paz de intentar convencerme, porque no cuela.

Ya formo parte del medio millón de personas que se han dado de baje en el INE para no recibir propaganda electoral. Hasta el 19 de septiembre lo hicieron 112.000 personas. Cifra que aumentó hasta las 481000 personas el 23 de septiembre y lo que seguirá aumentando. Si la cosa sigue como va, puede sobrepasar el millón. La decisión de recibir o no propaganda electoral indeseada está cobrando importancia debido a que las elecciones que se celebren el 10 de noviembre serán las cuartas en cuatro años. La convocatoria en cuestión cuesta unos 140 millones de euros. Que los ahorren, que los destinen a necesidades más perentorias que esta de abrir la oficina de colación para los políticos y que se dejen en paz de 'avasallarnos'.

Madre mía, si hubiera buenos gestores en el Gobierno en funciones, la de cosas que podrían hacerse en España y por los españoles con 140 millones de euros. Reflotar las maltrechas arcas de la Seguridad Social, darle un impulso a la Sanidad, otro impulso a la Educación y, bien gestionado, seguro que sobraba para otras cuestiones de interés general. Gastan el dinero alegremente para fruslerías como la propaganda electoral y luego no hay ni calderilla para lo realmente esencial. Y ya vale.

No quiero que partido político alguno me haga destinataria de ni un solo envío postal. Si me sobrepongo al desencanto, llegada la hora de votar, el colegio pertinente ya tiene allí un buen abanico de candidaturas para que pueda elegir. No quiero que mi nombre figure en las copias del censo electoral. No quiero que me tomen el pelo. No quiero, repito, que me engañen más. Esto último seguirá siendo el denominador común de las campañas electorales. Mienten más que hablan. Errejón, por ejemplo, llega al circo nacional con muy buenas intenciones que, desgraciadamente se quedaran en el camino. A su ex compa Pablo le remito.

Conseguir que nuestro buzón no contenga propaganda electoral es más fácil de lo que parece. La petición puede tramitarse no sólo a través del INE, también en los Ayuntamientos, consulados y Delegaciones Provinciales del Censo Electoral. La inclusión en este registro es permanente, aunque cabe la posibilidad de darse de alta de nuevo cuando se quiera. Los ciudadanos que se registren quedaran excluidos del censo electoral que se envía a los partidos con el fin de que lo usen para mailing propagandístico y que incluye estos datos personales: fecha de nacimiento, dirección postal, lugar donde vota y DNI.

Tengo para mí que los que hemos optado por esta decisión nos vamos a quitar un peso de encima. Nos vamos a quitar mucho papel que, encima, no es reciclable. Hay que sacrificar muchos árboles para conseguir papel y este en concreto es absolutamente prescindible. Ni a usted ni a mi nos han pedido permiso para dar nuestra identidad y domicilio a los partidos políticos, entonces, ¿dónde diantre queda la protección de datos? Para ir abreviando, absténganse. No quiero propaganda electoral.