Voy a hablarles de cómo se percibía la verdad en las preguntas y respuestas que hacían los candidatos de los diferentes partidos políticos en la sesión de control al Gobierno el pasado miércoles día 18.

El tema de la verdad es un asunto por el que tengo pasión desde hace mucho tiempo, después de escuchar las preguntas que hacían cada uno de los intervinientes, le he dado mil vueltas. Mientras les escuchaba iban pasando por mi mente las diferentes formas de relacionarse con la verdad de cada uno de ellos.

Una de esas formas está vinculada con su modo de vivir en el ámbito de la verdad, podemos traducirla por la verdad en las creencias, se vive en la realidad de las convicciones y se tiene conciencia de los principios que las motivan. El hecho de que las creencias sean verdaderas o no es un problema secundario. Por ejemplo la presentación de un proyecto, deseo o plan ideal, atrayente y beneficioso, generalmente para la comunidad, es probable que no se apruebe porque en el momento de su formulación es irrealizable pero los principios que lo inspiran están basados en la creencia de a verdad. Pero si los argumentos que tratan de justificarlos son puestos a prueba intelectualmente, sin son examinados desde el punto de vista del modo de vida del autor, pueden resultar menos verdaderas, tal vez falsas o, en todo caso dudosas. Esta verdad y la vida deben ser percibidas por el espectador como auténticas.

En varios momentos del debate tuve la impresión de que la actitud del presidente de Ciudadanos, estaba viviendo al margen de la verdad, lo cual quiere decir que vive contando con que hay verdad pero sin una necesidad vital de ella. ¡Bueno, eso no hay que tomarlo tan en serio! Vive dando por buenas las cosas que circulan en un sector de la sociedad pero sin someterlas al debate intelectual, lo cual indica que limita sus intereses al campo étnico. Es una abstracción mental que no tiene en cuenta la profundidad de las raíces de la verdad. Yo creo que esta actitud es menos frecuente en la sociedad actual de lo que se cree. Vivir al margen de la verdad es una situación poco favorable, peligrosa e inquietante.

Cuando contestaba a unos y otros el presidente del Gobierno en funciones Pedro Sánchez, daba la impresión que mantenía una familiaridad respetable con las corrientes ideológicas y los acontecimientos que le rodeaban pero sus intereses y pasiones estaban reservadas para gobernar para todos los españoles y no para debatir con un político que según la opinión mayoritaria ha caído en el derrotismo y en la subversión de las ideas políticas.

Los líderes o portavoces de los partidos políticos en un debate con las características peyorativas del que citamos, deberían haber tenido presente que le iba a afectar de forma inexorable la presión inconsciente de la verdad, es una actitud que se da cuando el orador nota las faltas y las deficiencias, cuando tiene dudas, problemas o dificultades de todo tipo para exponer sus puntos de vista por la presión de su pasado. Todos estos aspectos se veían con cierta claridad en el discurso de unos y otros.

En una de las notas que yo tomé hacia el final del debate decía: ¡vaya! Ahora aparece aquí algún candidato que da la impresión de vivir en contra de la verdad. ¿Esto es imposible? Quizás, pero es lo que parece. ¿Por qué lo percibía yo? Me dio la impresión de que alguno defendía una tesis contraria a la propia y la defendía con apasionamiento, en algunos momentos con fanatismo. Hay cuestiones políticas en las que se pueden admitir las tesis o la posición contraria, pero no cuando es falsa, la verdad es única y no admite la existencia del conflicto

La verdad siempre acaba destruyendo la realidad creada sobre proposiciones artificiales.