La apertura del curso universitario en el Campus Viriato constituye una inyección de ánimo nada despreciable en medio de los múltiples desafíos que cercan a Zamora. No solo por el dato objetivo de un aumento de alumnado, a la luz de las preinscripciones, tras años de caída de matrículas que hicieron temer por el futuro del campus y en concreto de algunas titulaciones de las que actualmente se imparten. Además de Enfermería, escuela asociada cuya demanda, tradicionalmente, supera con creces la oferta de plazas, el incremento se nota en otros grados como el de las diferentes especialidades de Magisterio.

Justa recompensa a la excelencia de enseñanza que acompaña al campus zamorano de la Universidad de Salamanca, plasmada en prestigiosos informes como el ranking de Enseñanza Europea, que destaca la reputación académica de las distintas escuelas o el de Shangai, que incluye al grado de Ingeniería Agroalimentaria entre los 75 mejores del mundo por su calidad investigadora y docente. Ahora, el rector Ricardo Rivero anuncia la solicitud de un nuevo grado que puede suponer el despegue definitivo de la Politécnica, ligado a las nuevas tecnologías e incidiendo en los campos más punteros del I+D+i: Aplicaciones Interactivas y Videojuegos. La oferta contiene, por sí misma, los indudables atractivos para futuros estudiantes, pero, además, ofrece infinitas posibilidades en el campo profesional de quienes accedan a unos estudios cuya aprobación depende, además del consenso académico, de la Junta de Castilla y León, según las competencias desarrolladas por la Ley de Universidades.

La aprobación definitiva de la futura carrera será una buena vara de medir el verdadero compromiso con dos de los ejes principales sobre los que tanto ha incidido el presidente de la Junta Alfonso Fernández Mañueco en sus prolíficas declaraciones públicas: la educación y la apuesta por las nuevas tecnologías. La Administración autonómica tiene ante su mesa una oportunidad única para pasar del discurso a la realidad en la reivindicada lucha contra la España vaciada. Pero no será suficiente este apoyo, ni siquiera lo será el que los estudios tecnológicos se asienten en Zamora, porque lo que hay que evitar es que los futuros graduados tengan que marcharse por carecer de oportunidades donde desarrollar su talento. Urge, por tanto, reforzar los lazos entre administraciones, universidad y empresa privada. Del anterior mandato en la Diputación quedó pendiente un proyecto de gran interés: la creación de un parque tecnológico que ampliara el existente ya en Salamanca, una iniciativa que fue propuesta por el gobierno provincial para ubicarlo en los terrenos de la Adehuela y que parecía gozar también del visto bueno inicial de la Universidad de Salamanca.

En la nueva etapa iniciada en el mes de julio y, a pesar, de los continuos planes anunciados por el presidente Requejo para emprendedores, nada ha vuelto a oírse de un proyecto que podría resultar la piedra angular de esa conexión entre el mundo académico y el profesional con la intermediación de las instituciones. Urge retomar las conversaciones para llevarlo a cabo y tener a punto el parque tecnológico para que los futuros estudiantes encuentren dónde realizar sus prácticas.

Un buen ejemplo de ese entendimiento es la Escuela Internacional de Industrias Lácteas puesta en marcha por el empeño del colectivo empresarial Zamora 10. El éxito de sus cursos de formación hace ya necesaria la ampliación de sus instalaciones en el instituto Alfonso IX, a expensas del buen desarrollo del primer máster que se desarrollará este curso bajo el amparo de la Universidad de Salamanca y que se encuentra en periodo de prematriculación. Sin duda, esa consolidación de Zamora como referencia en la investigación e innovación de la industria láctea puede convertirse en el revulsivo que aún necesita Ingeniería Agroalimentaria, si es que su cualificación por los organismos internacionales más competentes no fuera suficiente como para justificar su permanencia y ampliación, primero entre los propios universitarios zamoranos, que incluso se lanzan a realizar el mismo grado en otras escuelas con un nivel menor. Divulgar las excelencias del campus zamorano, primero en la comunidad escolar de toda la provincia, y también de otros lugares de España, sería un buen paso a la hora de superar ese injusto e inmerecido complejo de inferioridad que experimenta la sociedad zamorana cuando se trata de valorar potenciales que hasta puede que pasen desapercibidos por falta de información.

El mismo papel que las queseras han jugado en la puesta en marcha de la Escuela Internacional de Industrias Lácteas tienen que jugarlo otros agentes para que el resto de grados, y los que están por llegar, puedan contar con oportunidades semejantes. En la vecina León acaban de poner en marcha una iniciativa, dentro de esa estrategia de lucha para llenar la España vaciada, liderada por una gran empresa tecnológica a la que se han unido fundaciones y multinacionales de prestigio. Como sucede muchas veces en estos territorios alejados de los grandes ejes del desarrollo, todo parte del interés de un particular preocupado por su tierra que aprovecha sus contactos en el mundo tecnológico. Algo muy parecido a lo que tantas veces se habla en Zamora de ese "lobby de la diáspora". Existen, por tanto, ejemplos inspiradores, realidades que van tomando forma. Pero concretar las ideas en el campo de la realidad requiere esfuerzo y compromiso. Contar con una comunidad universitaria más numerosa ya contiene muchos elementos que benefician tanto a la ciudad como a la provincia, estímulos que van mucho más allá de una mayor población flotante que alquilará pisos o comprará en los comercios. También supone un punto de inflexión en el conocimiento y prestigio de una ciudad, e incluso la influencia decisiva que nos haga evolucionar en mentalidad desterrando para siempre viejos atavíos que únicamente lastran el futuro de Zamora.