Es un hecho que Internet y las redes sociales han abierto nuevas avenidas a la comunicación, e inevitablemente, al delito. Por eso ya hay fiscales especializados en cibercrimen, como Daniela Dupuy, que ejerce tal función en Buenos Aires. Con sus siete años de experiencia, tiene una advertencia para el público: la mayoría de esos delitos son sexuales, y se cometen gracias, en parte, a que las propias víctimas facilitan datos sensibles que suben a la red.

Hace unos meses que ha causado conmoción en España el suicidio de una mujer joven por la difusión en las redes sociales de un antiguo vídeo sexual suyo. Casos como ese son poco frecuentes; pero la mayor parte del cibercrimen, dice la fiscal argentina, es de orden sexual. "En mi país -señala- tenemos un 85%, casi un 87% de casos que son de pornografía infantil..."

-Son palabras mayores... Podemos hablar de delitos informáticos propiamente dichos -un ataque a un ordenador, el robo de datos de un disco duro, etc.-, pero hay tantísimos delitos que lo que hacen es utilizar como medio el sistema informático para consumarlos.

-¿De qué delitos estamos hablando más comúnmente?

-No obstante el que más se produce es la pornografía infantil: distribución, facilitación, comercialización, producción, tenencia de imágenes o vídeos con contenido sexual explícito... Aquí, las víctimas son menores, desde bebés a chicos de menos de 18 años, niños o niñas.

Otro también muy común es el grooming, donde un mayor contacta con un menor y le solicita esas imágenes. El grooming se caracteriza por ser visto, al principio, como un descubrimiento de la libertad sexual del que acaba siendo víctima y, además, con una persona que no conoce: no se lo tiene que preguntar a sus padres o a los docentes, y lo descubre a través de un anónimo. No ve los riesgos a los que se precipita, ni cuál es el objetivo de esa persona... Lo más triste es que me llegan muchísimos casos en que estos delitos son intrafamiliares comentaba Daniela Dupuy.