He escuchado el himno con ese nombre y desde luego no es gran cosa, pero no deja de impresionar oírlo y verlo cantado en los centros comerciales por los jóvenes enmascarados. En el tipo de máscaras antigás que usan hay otro elemento carismático, pues aunque los gases lacrimógenos no tengan mucho que ver con la contaminación industrial ni con el cambio climático, la simbólica tiene siempre efectos reflejos. Sorprende, por otra parte, la tenacidad de los revoltosos, aunque también la paciencia del Gobierno chino, estando como está en juego el principio de autoridad, con evidente riesgo de contagio si este declina. Lo probable es que un día u otro haya un mazazo, y lo que Pekín esté midiendo sea el momento y la intensidad del impacto. Así que, bien mirado, ¿no será decente apoyar ahora (no después) a estos jóvenes revoltosos, aunque solo sea susurrando el himno ante la pantalla?