El rey iniciará mañana una nueva ronda de consultas con los representantes de los distintos grupos parlamentarios para ver si hay nueva sesión de investidura o, como parece más que probable, nos vamos a elecciones el 10 de noviembre. Visto lo visto, mucha gente se pregunta para qué esta serie de entrevistas del monarca. Vale, que sí; el procedimiento legal, el mandato constitucional, el obligado respeto a las normas y al protocolo, pero ¿y el resultado? Lo sabemos de antemano por mucho que se esfuerce Felipe VI en hacer ver que es necesario un gobierno antes de ir otra vez a las urnas y, además, sin garantías de que los futuros comicios aclaren el panorama. Tamborilero, cambia de son; allá va la misma, Hilario, que se decía en algunas localidades ante la repetición una y otra vez de idéntica melodía en el baile...más o menos cargada de bombo.

Dos días de desfiles continuos por la Zarzuela. Cámaras, fotos, micros, declaraciones de los políticos de turno y, oiga, vuelta la burra al trigo. Lo sorprendente o, al menos a mí me lo parece, es la cantidad de gente que va a acudir a la cita con el rey. Nada menos que quince, ocho mañana y siete el martes. Y eso que los de ERC y los de Bildu renuncian a contarle al monarca sus cuitas. Están en su derecho, aunque uno entienda que la búsqueda del bien común y la educación haya que respetarlas siempre. Y de dónde salen tantos partidos, se preguntarán ustedes. Eso mismo me pasaba a mí hasta que repase la lista de intervinientes. Y, oh sorpresa, nada menos que cinco están en el grupo de Podemos. Veamos: a dialogar con Felipe VI acudirán el lunes portavoces de Equo, Galicia en Común e Izquierda Unida. Y el martes, de En Comú Podem y de Podemos. ¿Dirán todos lo mismo, habrá diferencias o propondrán cuatro o cinco consultas a las bases para saber que tienen que relatar y hacer? Y todo esto sin contar las opiniones de los Anticapitalistas, de las Mareas, de las Confluencias y de otra relación de matices y perfiles que a un servidor, de tierra adentro y de secano, se le escapan por las costuras.

Sin estar muy al loro de los contactos-no contactos, de las negociaciones-no negociaciones, de las broncas en palabras de seda de socialistas y podemitas, uno cree que ahí, en la dispersión de uno de los bloques, está parte de las claves del fracaso. No nos fiamos de vosotros, dicen al unísono los del PSOE y las (los) de Unidas Podemos. Los segundos temen que Sánchez rebaje su teórico nivel de izquierdismo una vez que supere la investidura. Los primeros sospechan que va a ser muy difícil, casi imposible, mantener un acuerdo de gobernabilidad con un partido que son cinco, o siete, o quince, depende. Y que en unos sitios está por la autodeterminación, en otros por lo contrario y en el resto ya veremos, lo que digan las bases por Internet. Y que, a tenor de ciertas informaciones, no todos respetan últimamente la autoridad de Pablo Iglesias, sobre todo desde que ahora acepta, incluso rebajado, lo que rechazó en julio y que nos ha conducido a este callejón sin más salida que las urnas. A votar, que hace mucho que no practicamos y vamos a perder la costumbre.

El caso es que todos aseguran, reaseguran, afirman y reafirman que no quieren elecciones, pero nadie mueve un dedo por evitarlas. Y en ese nadie hay que incluir, claro, al PP y a Ciudadanos que, aunque digan lo contrario, se relamen ante la posibilidad, cada vez más cercana, de que fracasen los contactos entre PSOE y Podemos. Y todos, y no solo Sánchez, piensan que los nuevos comicios les van a favorecer, digan lo que digan las encuestas. ¿Y si se repite, como es de temer, una situación parecida a la actual, o sea que ningún bloque sume mayoría para formar gobierno? Pues nada, otras elecciones hasta que el personal se aburra, que ya está casi a punto pues el hartazgo es mayúsculo. Y si no que cada medio año mande uno, que es casi lo que ahora propone Pablo Iglesias: un ejecutivo de coalición durante un año y, si sale bien, que siga y, en caso contrario, que... ¿qué? Un lío muy complicado de desenredar porque nadie cede, todos tienen razón. ¿Y el ciudadano?, ¿y sus problemas, anhelos y esperanzas? Buenas preguntas, vive Dios.

Ante este panorama, uno se imagina cómo comenzarán las charlas entre el rey y los que acudan a la Zarzuela.

-¡Hombre, otra vez tú por aquí!,

-Ya ve, majestad, no tenía otra cosa mejor que hacer.

-Pues a mí me pide ahora Iglesias que convenza a Sánchez para que le dé un par de ministerios. ¿Qué te parece?