Profesionalidad, es lo que se espera de cada uno de los miembros de la sociedad. Desde el magistrado al chaval que reparte las pizzas. De la cajera del super al cirujano. Del periodista-comunicador al jardinero que cuida nuestros raquíticos jardines.

A raíz de las contaminaciones alimentarias, algunos periodistas parece que tienen la verdad absoluta y por ello pueden sembrar el pánico entre la población, cuando su mensaje debiera ser de confianza. Es inconcebible opinar de lo que no tenemos ni idea, ni constatamos su grado de certeza. Antes de conocer el veredicto de la autoridad sanitaria, muchos plumíferos, entre ellos la columnista de este diario, nuestra apreciada Carmen Ferreras han vertido toda su tinta negra como auténticos papanatas.

En el caso de la listeriosis parecía que hubiera sido un accidente, no ha sido así y ahora la empresa cárnica tendrá que responder por ello. La segunda infección, el bonito de la marca Dia contaminado por botulina, en una lata abierta y conservada en frigorífico varios días. Los análisis han sido negativos, para la marca, el lote y todo lo demás. La primera noticia habrá llegado a 300.000 ciudadanos, la contra noticia no pasará de 2.000. Ningún pendolista ha pedido disculpas o ha intentado restituir el honor de la cadena DÍA, inconscientes del perjuicio económico que han ocasionado. Señores, señora de la columna, seamos profesionales.