Por tierra y por mar. Por tierra, a través de la valla de Ceuta, en asaltos violentos que dejan mal parada físicamente a la autoridad que representa la Guardia Civil. Por mar, en frágiles pateras como las que recientemente llegaron a las islas Pitiusas o a través de paquebotes como el Open Armas, el Aquarius y tantos otros como surcan las aguas mediterráneas. Estoy de acuerdo en que no hay que dejarles morir. Estoy de acuerdo en que hay que proceder a su rescate, pero también estoy de acuerdo con miles de españoles en que hay que cortar el problema de raíz, impidiendo que realicen esa precaria travesía desde los puertos del norte de Africa, en singladuras que les salen caras, también económicamente, y que sólo sirven para enriquecer a las mafias que se nutren de la esperanza que los argonautas del siglo XXI tienen depositadas en Europa. Como si Europa fuera la solución.

Ya están en suelo español los 155 inmigrantes que saltaron la valla de Ceuta; los 15 migrantes del Open Arms recogidos en Italia por el buque de la Armada 'Audaz' y los setenta y tantos inmigrantes que llegaron a Ibiza. Sin contar los que de una u otra forma recalan en las costas españolas, archipiélago canario incluido y especialmente Tarifa que es el puerto natural de entrada de pateras. Bien, y ahora ¿qué? Esa es la pregunta que se hacen millones de españoles cada vez que se produce una llegada masiva a España. Eso no significa, como acusa el sector buenista que haya un componente de xenofobia o de racismo en la pregunta. En la pregunta hay sentido común, mucho sentido común que es, precisamente, lo que le falta al sector buenista.

No pueden llegar a España, Alemania, Francia, Italia o Malta para nada, para hacinarse en esas naves que se habilitan en los puertos hasta ver qué se hace con ellos y poco más. No es posible que todos acaben convertidos en manteros o de reyerta en reyerta en barrios marginales de la España más rica como Cataluña. Tampoco, y esto es un clamor popular, pueden seguir obteniendo los privilegios que infinidad de funcionarios han denunciado. Privilegios que no son una 'fake'. Privilegios que entran en colisión con los derechos alcanzados por los españoles.

Me hago la misma pregunta que se hacen millones de españoles, ya están aquí, ya han sido acogidos, bueno ¿Y ahora qué? Eso es lo que los políticos de uno y otro signo no saben responder porque no saben qué hacer con tanto inmigrante como entra en España a lo largo del año. Lo que España no puede permitirse es crear guetos. España no es un país de guerrillas urbanas donde las tribus juveniles de la América hermana y las tribus procedentes de note y centro de Africa la emprenden todo el santo día a golpes, los unos con los otros y también con los demás, con el que pasaba por allí, con el turista de turno. Porque van a acabar con la otrora gallina de los huevos de oro.

Con los menores ya se ha creado una tribu, una 'mara' a la española, los 'menas'. No pinta bien ni para la mayoría de esos menores, ni para el resto. Eso es lo que hay que evitar. Pero cuando se reconoce y se dice siempre hay algún alma cándida que te tacha de xenófobo, de radical, de racista, de fascistas y todas las 'istas' habidas y por haber. Descuide usted, tampoco dan soluciones. Como no las dan, porque no las tienen, nuestros gobernantes, la clase dirigente a la que nunca se les ha visto un detalle personas para con los migrantes. Hablar se habla rápido y bien, hacer es otra cosa., comprometerse es otra cosa. Ni solucionan la papeleta que una vez en España se les presentan a todos, ni el enfado mayúsculo que empiezan a tener un cada vez mayor número de españoles por ciertos agravios comparativos que nadie se ha encargado de desmentir.