Cuando alguien abre un melón innecesario, a sabiendas de que la propuesta o moción correspondiente va a caer en saco roto, cabe pensar que hay un trasfondo diferente al supuestamente pretendido. Algo de esto sucede con el órdago lanzado días atrás por José Antonio de Santiago-Juárez, ahora concejal del PP en el Ayuntamiento de Valladolid y, hasta hace cuatro días como quien dice, vicepresidente de la Junta. El inefable político vallisoletano no suele dar puntada sin hilo; es más, diríase que el mencionado planteamiento responde a una calculada maniobra para reactivar un debate territorial en una Comunidad compleja y sui géneris como es Castilla y León, que atesora no pocas embestidas procedentes del ámbito provincial desde su mismo nacimiento en 1983. Destapar así la caja de los truenos, nada más guardar en el armario el traje de baño y la crema protectora, no parece fruto de una sobreexposición al sol, sino, como creo, de una estrategia que, no por novedosa, estaba abocada al fracaso nada más aflorar en un territorio donde hablar de un municipio como capital de la región es mentar la bicha e invocar el frentismo provincial y hasta social.

En honor a la verdad, al ínclito De Santiago-Juárez no le falta cierta razón al poner sobre la mesa un asunto que, después de 36 años de Estatuto de Autonomía, sigue sin cerrarse del todo, a pesar de esa ley de 1987, con José María Aznar al frente de la Presidencia de la Junta, fijó en Valladolid la sede de las principales instituciones de autogobierno de Castilla y León. Pero por la misma regla de tres, también habrá que concluir que si a lo largo de casi cuatro décadas de autonomía no ha pasado nada, ¿para qué cambiarlo ahora? Como era previsible, las chispas a tal anuncio no se hicieron esperar, incluso desde la misma dirección provincial del PP de Valladolid y de la sede regional, por no hablar de otros ediles de la formación en otras provincias, amén de alcaldes y dirigentes de distintos partidos.

Así que, por esa misma razón, no es difícil colegir que la andanada del concejal pucelano del PP (curioso, además, que una propuesta de este calibre no la lidere la propia portavoz del grupo municipal, a la sazón, la también exconsejera Pilar del Olmo) parece tener otros fines e incluso algún que otro destinatario de sus mismas siglas ideológicas que ahora ocupa las más altas responsabilidades en la Administración capaz de suscitar el verdadero impulso político a la susodicha propuesta para que ésta finalmente pudiera tramitarse en el Parlamento autonómico. Supongo que este 'regalito envenenado' tendrá pero que muy contentos al presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, y al propio PP regional.

El debate sobre la designación de una ciudad como capital de la Comunidad resulta ahora mismo estéril y extemporáneo. Produce un ruido innecesario y acentúa la ya de por sí delicada rivalidad entre provincias. Basta poner de ejemplo lo ocurrido en su día con las cajas de ahorro o lo que se escucha nada más tocar la posible conversión de los cuatro aeropuertos de la región en una sola infraestructura aeroportuaria de pasajeros en la región.

Estas maniobras políticas se encuentran más bien alejadas del interés general y de los problemas reales de la gente. Hagan la prueba preguntando a sus vecinos y amigos. Vamos, ¡que no duermen de preocupación! Y, por tanto, me inclino a pensar en la búsqueda de esos objetivos más personalistas y tendentes a mover la arena sin ton ni son. En fin, ya se sabe que en la política tiene que haber de todo.