Todo el mundo, sin excepción, por las deficientes características del ser humano, especialmente en sus relaciones con sus semejantes, que suelen estar presididas por la envida, por la tendencia a producirle daño y dolor etc., no olvidemos aquella frase de Hobbes de que "el hombre es un lobo para el hombre", en El Leviatán, y en Asinaria, de Plauto ; a pesar de que la llamada conciencia nos "avisa", normalmente, de la perversidad de tales comportamientos, como la experiencia vital que nos aconseja que los evitemos; pues, también nos evitaríamos los perjuicios de los demás hacia nosotros, al actuar de similar manera. Además, tengamos presente los mandamientos religiosos, los ensayos filosóficos, lo que nos debieran de haber inculcado durante tantos años en "casa" y en la escuela, por los supuestos responsables de inculcar la educación a niños y jóvenes y, es más, mejorar nuestra actitud hacía nuestros congéneres, para bien de todos.

Por eso conviene, con la mayor frecuencia posible, "hacer examen de conciencia", "propósito de la enmienda", reparar el daño causado, disculparnos, intentar ser mejores en todos nuestros ámbitos de nuestra vida; pues, conseguiríamos una sociedad más justa y más feliz.

Por todo ello el realizar con asiduidad el "descargo de conciencia", lo que supondría la " Satisfacción de las obligaciones ...que gravan la conciencia",y el " Conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios" , tal como se definen en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.

Consecuentemente, estaría pero que muy bien, que evitáramos ser unos "chivatos", calumniadores, mentirosos, "metementodos", etc., con el desprecio que implica en quiénes así proceden; que muchas veces, por no decir todas, actúan por que hay otros que les escuchan y son de su misma "ralea".

Hay que ser lo suficientemente humano, concienzudo y responsable, para pedir perdón a quién, muchas veces inconscientemente, se haya podido molestar o "herir"; pues, un mal momento también lo tenemos todos, y a veces el "calentón", que pudiera provocar el estrés o las preocupaciones de todo tipo que nos invaden, nos hayan hecho decir o hacer, lo que realmente, con serenidad, ni pensamos ni queremos hacia los demás.

El descargo de conciencia siempre es bueno para uno y para los demás. Practiquemoslo. Por cierto, el título lo he tomado de uno de los textos de Pedro Laín Entralgo, cuya lectura me atrevo a recomendar.