En fidelidad y lealtad se llevan la palma. No hay quien los iguale. No hay nada más verdadero en este mundo que el amor de un perro. La lealtad de este habitante del planeta azul a su dueño es incondicional, inquebrantable. No en vano los perros han acompañado al hombre desde hace aproximadamente 15.000 años. No hace falta que la ciencia nos diga que los perros pueden interpretar nuestros estados de ánimo. Basta con convivir con uno de ellos, para darse cuenta de que eso es así.

Por si fuera poco todo lo que los fieles amigos del hombre nos dan con absoluta generosidad, un estudio reciente constata que convivir con este querido animalito, mejora los niveles de presión arterial y colesterol. Además, se asocia su compañía a una menor incidencia de obesidad, lo que protege la salud cardiovascular del dueño. El estudio ha aparecido en la revista médica mensual de la Clínica Mayo. No es ninguna tontería.

El perro se convierte en un miembro más de la familia, salvo en aquellos casos en los que se le maltrata, convirtiendo al maltratador en animal y al perro en ser humano, muy humano. Que el perro, con sus zalamerías, con su sola presencia logre el buen funcionamiento de las arterías, venas, vasos sanguíneos y el mismo motor de la vida, es decir, el corazón, es un puntazo. Fieles amigos del hombre, y del corazón del hombre. Esto pinta bien.

No descubro nada nuevo si digo que una de las claves de la salud cardiovascular es el ejercicio físico. Al gimnasio, la bicicleta, las grandes y medianas caminatas, los paseos y las salidas para correr, hay que sumarle un ejercicio muy placentero: sacar a pasear al perro. Hay perros que por su volumen y su fuerza son los que en realidad sacan a sus amos a pasear. Además de constituir una muy buena compañía, con cada salida con el perro, el ejercicio está asegurado y por lo tanto esa clave fundamental en la salud cardiovascular.

El sedentarismo es nuestro peor enemigo. Los expertos en cardiología aseguran que el sedentarismo en gente sana aumenta la mortalidad prematura en un 10%. Tremendo ¿no? Los que pasan de pesas y de pasos, los que prefieren el sillón o la permanencia al frente del ordenador, muy bien podrían hacerse con los 'servicios' y nunca mejor dicho, de un perro, de un buen perro que les animará a salir, a caminar, a divertirse con sus travesuras, en definitiva a mover el cuerpo y con él el corazón y cambiar el sillón por un estilo de vida saludable que el corazón agradecerá. El perro no cura pero ayuda a no caer en vicios sedentarios de los que se sale mal parado.

El perro y la salud del corazón están íntimamente ligados. Es un importante añadido más a los muchos que supone la presencia de un perro en nuestra vida. Nunca debe sustituir a las personas. Bien es verdad que mientras las personas pueden fallar, el perro, nunca lo hace. Estoy refiriéndome a perros de lo más normalito. Es verdad que hay ciertas razas proclives a la violencia que en muchos casos está relacionado con el entreno que les dan sus dueños. Esos también cuentan pero muy alejados de los otros, los verdaderos perros de compañía que, además de todo lo que de ellos conocemos, gracias a un importante estudio, hoy sabemos algo más, que son una eficaz terapia, una eficaz ayuda para el corazón. Sin que ello quiera decir que suprimamos las visitas al cardiólogo y que lo cuidamos convenientemente.

Ya lo dijo el famoso escritor de humor estadounidense Josh Billings: "El perro es el único ser en el mundo que te ama más a ti de lo que se ama a sí mismo"