La verdad es que no me he detenido a pasar lista. Quizá porque no quiero poner falta a nadie. En septiembre, el mes de la vuelta al cole y a la rutina, son todavía muchos los zamoranos que se cogen unas merecidas vacaciones. Pienso que no estamos todos, que aún es pronto para cerrar la lista. Al verano todavía le quedan unos días y hay que aprovecharlos si la meteorología nos deja. Luego, el otoño se concatena con el invierno y se hace excesivamente largo, tedioso, frío y vacío. El lleno del verano deja paso al vacío del invierno y no podemos estar constantemente pidiéndole a Tomás del Bien que nos alegre la vida desde Toro. Bastante ha hecho el primer edil toresano con este verano que languidece y que ha llenado a base de bien de muchas y buenas actividades.

El fin del verano lleva implícito otro final: el de las vacaciones. La gente echa mano de la resignación, que no sé si es cristiana o pagana. Por dentro va la procesión. Este final supone para infinidad de personas uno de los momentos más duros del año. No todo el mundo quiere volver a la rutina sin más. A muchos les gustaría empalmar y seguir disfrutando del pueblo, de la playa, de la montaña o donde quiera que hayan estado veraneando. Eso es imposible. El curro espera y la realidad cotidiana también.

Los expertos aseguran que el conocido como síndrome postvacacional puede tener una duración de entre siete y diez días. Los que acaben de regresar están empezando a sufrirlo. Debe ser un tanto jorobado y nada agradable. A ver, los síntomas no son en absoluto atrayentes. Si usted nota cansancio, ansiedad, bajo estado anímico, apatía e incluso problemas digestivos, no vaya al médico si no quiere, salvo intoxicación, usted ha contraído el susodicho síndrome. Se pasa ciertamente mal porque uno no entiende qué le ocurre. Lo cierto es que está triste, como apagado, sin ganas de nada y mucho menos de volver al tajo. Tiene que ser jorobado, de verdad. Servidora nunca he tenido ese síndrome. En la actualidad tampoco porque no cojo vacaciones con lo cual no doy opción al síndrome.

Si en verdad está sufriendo las consecuencias de este síndrome de corta duración, seguro que se preguntará qué puede hacer para paliarlo. No tengo ni la menor idea. Lo que sí sé es que los nutricionistas aconsejan llevar una dieta rica en vegetales y fruta y evitar tomar demasiado café. A lo mejor funciona. No sé yo. Lo que anida en la mente no sé si se cura o se evita con tila. En esta historia también entran en juego los psicólogos. Su recomendación pasa por hacer planes de ocio y retomar el deporte que se dejó abandonado al poner tierra de por medio. Mi amigo Freddy, que ya se está preparando a conciencia para competir en el deporte que ha marcado su vida, el culturismo, aconseja visitar el gimnasio durante varias horas al día, no sólo para ejercitar los músculos, también la mente, y olvidar lo que se ha dejado atrás. Quien sabe desarrollar y controlar la musculatura como Freddy, también sabe controlar la mente.

Hay quienes aconsejan volver a casa días antes de la reincorporación al trabajo. Pero, a ver quién es el guapo que deja antes de tiempo el lugar elegido para disfrutar de unas merecidas vacaciones. Hay consejos que no tienen razón de ser. Lo mejor es que, a la vuelta, intente conciliar el sueño durmiendo adecuadamente, mantenga horarios regulares, elimine malos pensamientos o ideas irracionales que le creen estados de ansiedad y que el cambio sea lo menos brusco posible, alternando trabajo con piscina cuando el trabajo se lo permita. Mire a la rutina de frente y poco a poco vuelva a la realidad. Si no es hoy, seguro que estaremos todos será dentro de quince días.