La carne mechada, el chorizo, el lomo, los chicharrones de Magrudis y algún que otro producto más que se me escapa, nos han dado el final de Agosto. Y cuando no nos hemos repuesto de este feo asunto alimentario que se ha cobrado varias vidas y varios abortos, nos enteramos que otra bacteria ya había entrado en escena a primeros de agosto. No era suficiente con la listeriosis. La toxina botulínica ha hecho acto de presencia. Se resguardaba al amparo de una lata de atún en aceite de girasol de la marca Dia. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición ha activado una alerta sanitaria al enfermar cuatro personas en Castilla y León.

Y que sólo sean cuatro. A ver quién es la guapa que compra ese producto y esa marca en concreto. La sociedad en general cree que Sanidad no hace bien sus deberes. Que estas cosas no deberían ocurrir. No nos bastó con el engorro horroroso de la colza, que cada poco tiempo tiene que salir un nuevo enemigo público alimentario. Sanidad debe estar más alerta. No es de recibo que exija tanto a los empresarios del mercado de abastos y tan poco a los pequeños y grandes supermercados.

Sanidad o la Agencia a la que corresponda, tiene que dejar caer su atención preferente sobre este tipo de establecimientos y sus marcas blancas que, cuántas veces, son negras para la salud. Ni botulismo, ni listeriosis. Si a quien corresponda hubiera revisado convenientemente las instalaciones de Magrudis, la maquinaria que utilizan para sus elaborados y otras cuestiones relacionadas con la limpieza, se hubiera evitado el mal mayor que han debido sufrir tantas persona. Es una vergüenza y una pena que se llegue a estos extremos tan dolorosos. Para más inri, cuando presentamos ciertos síntomas que pueden estar relacionados con una intoxicación alimentaria, como se desconoce, en las urgencias te sueltan aquello del 'virus', un virus que es como el comodín de la llamada y se emplea para cualquier síntoma y con las mismas te despachan. El botulismo es una enfermedad que se caracteriza por el desarrollo de alteraciones vegetativas como la sequedad de boca, náuseas y vómitos y por una parálisis muscular progresiva. Los primeros síntomas citados pueden encajar muy bien con ese virus que aparece en cualquier época del año y al que todo el mundo se agarra para explicar la situación por la que atraviesa. Cabe pedir a cualquiera que no sea hipocondriaco y presente estos síntomas que acuda de inmediato al médico de atención primaria o a urgencias y que no lo deje pasar ingiriendo tan sólo agua con unas gotas de limón.

Esta vez lo de la botulinia nos ha pillado de lleno. Cuando esto escribo, las personas afectadas residen en Salamanca y en Zamora. Una ensaladilla rusa casera en la que figuraba el atún en lata de marras, ha sido la culpable directa de la intoxicación. Atención pues a los productos elaborados en Frinsa del Noroeste, S.A. Esta firma se ha defendido hablando de la imposibilidad de que su lata estuviera contaminada debido a sus procesos de fabricación y porque el resto del lote de más de 3.400 conservas se encuentra en estado óptimo. Y es que al parecer la lata en cuestión podría haber permanecido abierta varios días.

No digo que no sea así, pero hay que ser muy valiente para aceptar semejante desafío. Hay que poner mucho celo en la elaboración y realizar todos los controles de calidad que sean precisos. Que no nos envenenen, que no nos den gato por liebre, que no nos tomen el pelo. Si una oferta tiene que llevar como contrapartida listeria o botulinia, que se abstengan. Tienen razón aquellos que opinan que las enfermedades entran por la boca a través de los alimentos.