Varios acontecimientos recientes han hecho saltar las alarmas de una posible recesión económica a nivel global: la caída de un 0,1% del PIB alemán en tasa trimestral unido a la pérdida de confianza; similar camino por el que circula Alemania va el Reino Unido; el indicador chino de producción industrial tuvo la peor lectura en 17 años; en el mercado secundario americano se observó como el bono a dos años obtuvo más rentabilidad que el que tiene su vencimiento a diez. Todo ello, aderezado por la incertidumbre en Argentina, un Brexit que no llega a convencer, Italia en la cuerda floja de nuevo o, la guerra comercial de los aranceles aduaneros. Sin embargo, como decía, uno de los temas económicos más de actualidad y más comentado y analizado por los expertos, es que la curva de rendimiento de los tipos de interés se ha invertido en los Estados Unidos, siendo ésta una señal indicativa muy extendida y bastante exacta de que una recesión está a punto de hacerse realidad de nuevo, motivo por el cual los mercados financieros no le quitan ojo por si hubiese que tomar alguna decisión para ponerse a la defensiva. El síntoma no ha sido motivo de pánico inmediato, pero las Bolsas mundiales se han visto resentidas y ha aumentado el índice de volatilidad, aunque no haya sido la única causa.

La curva de rendimiento es la línea gráfica que compara la evolución de los tipos de interés a diferentes vencimientos. Lo normal es que los bonos a más corto plazo ofrezcan un rendimiento más bajo que los emitidos a más largo plazo. Esto es así porque los inversores exigen un mayor rendimiento a los plazos más largos, debido a que un cambio de salud financiera del prestatario es más conocido en el corto plazo que en largo, aumentando el riesgo de impago en el segundo caso, por eso el tipo de interés es mayor.

La curva de tipos de interés se grafica de una forma muy sencilla: en el eje vertical cartesiano se marca la rentabilidad y en el eje horizontal los diferentes plazos de tiempo. Uniendo los puntos cartesianos se genera una línea gráfica que representará la curva del rendimiento, permitiendo observar de un simple vistazo las expectativas de los inversores en cada plazo concreto. Si la curva resultante no es ascendente, indica una desconexión entre los Bancos Centrales y los inversores de bonos. Es decir, los Bancos Centrales, al controlar los tipos en el corto plazo, intentan enfriar la economía y los inversores pagarán menos por los bonos a largo plazo, anticipándose a un menor crecimiento económico. Cuando comprar un bono a corto plazo sale más rentable que comprar uno a largo, el diferencial entre ellos se hace negativo, provocando que la línea de los rendimientos se grafique por debajo del eje horizontal. Cada vez que esto ha ocurrido así en las cuatro últimas décadas, la recesión económica ha aparecido en un periodo comprendido entre los 10 y los 24 meses posteriores.

Cuando la curva se invierte, es posible que no estemos ante una recesión inminente, debido a que, según los expertos, la inversión debe de ser negativa durante todo un trimestre, para comenzar a valorar si el aviso que supuestamente emite es fiable para identificar el comienzo o no de una decadencia económica. Lo que sí es cierto es que los inversores se muestran más cautelosos y los mercados de renta fija y variable se resienten, porque se antepone el ahorro a la inversión e, incluso, el ahorro al consumo. Los que leen los gráficos de los rendimientos de los diferentes periodos y sacan sus propias conclusiones, tienen a la historia de su parte porque les ha dado la razón en varias ocasiones.

Un estudio del Banco de la Reserva de San Francisco dice que las veces que la curva de rendimientos se ha invertido, exceptuando la inversión producida en 1966, ha precedido a una desaceleración o recesión en los EE UU a un año vista. En el caso que nos ocupa actualmente, debido a la mayor globalización existente, el entorno actual difiere con los casos ocurridos anteriormente, aunque la estadística establezca unas probabilidades demasiado altas de que se vuelva a repetir la historia. Los Bancos Centrales han hecho alguna intervención relevante en el Mercado de Bonos, por lo que como indicador de una futura recesión puede no ser tan fiable como en otras ocasiones. Nuestra época, además, está marcada por cómo se desarrolle el conflicto comercial entre EE UU y China, y no si la curva de tipos se invierte o no. En lo que a las Bolsas se refiere, si la solución llegase por parte de ambos países estoy seguro de que los índices bursátiles reaccionarían al alza de inmediato, y eso de la recesión quedaría en otro término y para otra ocasión. Como la resolución no se espera para un futuro reciente, hay que seguir siendo prudentes e ir analizando el resto de los acontecimientos.

Lo que sí está claro es que la forma invertida de la curva se producía en contadas ocasiones, considerándose un hecho insólito con graves consecuencias; sin embargo, los expertos vaticinan que estas variaciones de la curva de tipos a partir de ahora serán más habituales, debido a los cambios de los factores que de forma implícita y explícita llevan los rendimientos de los Bonos. La última crisis creó escuela y dio lugar a una nueva forma de tratar los tipos. Ahora, con la lección aprendida, entiendo, las recesiones serán más fáciles de identificar y, por lo tanto, de atajar.

Una visión de colapso económico del futuro viene también debido a que las Bolsas están próximas a tocar techo, leyéndose minuciosamente las presentaciones de los resultados que trimestralmente hacen, provocando un aumento de la volatilidad ante cualquier lectura en falso que se produzca.

Todos los ciclos económicos terminan con una recesión; ahora, cuándo llegará la próxima dependerá de cuándo finalice el ciclo; por el medio, surgirán un sinfín de señales correctas o falsas que habrá que interpretar adecuadamente.