La Diputación de Zamora destinará 150.000 euros a premiar los nacimientos o adopciones en municipios de menos de mil habitantes, casi todos los de la provincia. Es lo que se conoce como el cheque bebé, que, dicho sea de paso y sin ánimo de molestar, ha tenido muy poca repercusión positiva allá donde se ha experimentado. Recuerdo que la Junta de Castilla y León lo anunció a bombo y platillo hace unos cuantos años, concretamente cuando era consejera de Economía la difunta Isabel Carrasco, quien se deshizo en elogios hacia la medida y casi anunció el fin de la pérdida de habitantes en el medio rural. Tras acabar la rueda de prensa, en un breve off de record, algunos le preguntamos a la consejera:

-¿Vais a obligar a parir a las abuelas?

-Qué cosas se os ocurren. ¿Por qué preguntáis esa tontería?, respondió Isabel Carrasco.

-Muy sencillo. Porque en los pueblos la mayoría de las mujeres tienen más de 50 años y muchas ya son abuelas pero con los nietos en las ciudades.

Isabel Carrasco se sonrió, nos miró como diciendo "estos periodistas amargan hasta las buenas noticias", se dio la vuelta y no dijo más.

Desde entonces, finales de los 90, la región no ha hecho más que perder población y de la eficacia de aquel cheque bebé nunca más se supo. Ignoro si alguien ha realizado balance de tal disposición y si hay o no un censo de los niños nacidos y criados al amparo de tamaña subvención. Ya tendrán sus veinte añitos y andarán por Madrid, Bilbao o el extranjero.

Medidas similares han surgido y surgen por doquier. Diputaciones que premian de una forma u otra los nacimientos; ayuntamientos que ofrecen casas, ayudas y hasta puestos de trabajo a las familias con niños que se instalen en el municipio; comunidades autónomas que anuncian apoyos al mundo rural para frenar la sangría poblacional... No es que uno esté en contra de estas posturas, no, es que me da la impresión de que así, cada uno por su lado cual francotiradores, se consigue muy poco. O nada. Y a las pruebas me remito. Es posible que, en algunos lugares, se hayan logrado triunfos inmediatos, pero a la larga se trata del consabido pan para hoy y hambre para mañana.

De ahí, y que me perdone el señor Requejo y el resto del equipo de gobierno provincial, que sea bastante escéptico respecto al cheque bebé y su dotación de 150.000 euros. Reitero los argumentos que enfadaron en su día a Isabel Carrasco: en los pueblos de menos de mil habitantes quedan muy pocas mujeres (este es uno de los mayores problemas del medio rural) en edad de tener hijos. Y muchas de ellas ya tienen la prole que consideran oportuna o que juzgan que pueden sacar adelante sin grandes problemas. Por tanto, es muy difícil que un cheque bebé, por muy bien dotado que esté, les lleve a tener más retoños.

¿Estas reflexiones suponen que uno esté en contra de las ayudas a la natalidad en los pueblos? No. Todo lo que venga será bienvenido, pero así, cada cual haciendo la guerra por su cuenta, no se arregla un mal tan complicado, enquistado y ya endémico. La lucha contra la despoblación exige unidad de acción de las instituciones nacionales y de las europeas. Parece que de ahí van a venir fondos para intentar parar esta epidemia, pero Europa es lenta y requiere de acuerdos y más acuerdos que siempre retrasan la aplicación de medidas eficaces. Y eso que bastante se ha adelantado porque, al menos, ya se considera la despoblación como un cáncer que va minando la salud del continente y produciendo graves desequilibrios territoriales.

Sin embargo, Europa no puede actuar sola. Que manden dinero y nosotros nos arreglaremos. Ni hablar. Las instituciones nacionales, sean del nivel que sean, tienen que implicarse. Y mucho. Ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas y gobierno central han de considerar la despoblación como un problema de Estado (con mayúsculas). Y por tanto aplicar Soluciones de Estado (también con mayúsculas). Qué incluyen el cheque bebé, pues, se aplaude, pero que la cosa no se pare ahí. Qué se mejoran servicios e infraestructuras, ovación y vuelta al ruedo. Que se incluyen discriminaciones positivas para los habitantes del medio rural, magnífico. Pero todo dentro de un plan global consensuado y sin matices partidistas ni protagonismo de tal o cual organismo. Y que nadie se olvide de la necesidad de contemplar la Repoblación (más mayúsculas) como necesidad urgente.

Amén.